Una Nueva Amistad
Era una soleada mañana en el barrio de Villa Flor, y Princesa, una hermosa perrita coker, se despertó con el sonido de las risitas de sus dueños. Era una familia cariñosa que le daba mucho amor y siempre le tenía una golosina lista.
- '¡Buenos días, Princesa! ¿Listos para un día de juegos?' - decía Lucas, el más pequeño de la familia, mientras acariciaba la suave cabecita de Princesa. Ella movía su cola con alegría.
Sin embargo, un día todo cambió. La familia decidió adoptar a un nuevo compañero animal, un Bulldog Francés llamado Mailo.
Cuando Princesa vio a Mailo por primera vez, frunció el ceño.
- '¿Quién es ese?' - pensó para sí misma.
Mailo, por el contrario, era todo energía.
- '¡Hola, Princesa! ¡Soy Mailo! ¿Vamos a jugar?' - ladró emocionado.
- 'No sé... no estoy segura de que quiera jugar contigo' - respondió Princesa con una mirada de desdén.
Los días pasaron y Mailo trataba de acercarse a Princesa, pero ella lo ignoraba, prefiriendo jugar con sus propios juguetes y descansar en su lugar favorito del sofá.
Una tarde, mientras Princesa dormía tranquila, escuchó un gran alboroto en el patio. Se asomó y vio que Lucas había dejado caer su helado de chocolate, y Mailo estaba intentando alcanzarlo.
- '¡Mailo, no!' - gritó Princesa.
Era demasiado tarde, y Mailo, al intentar tomar el helado, caía y terminaba manchado. Princesa se rió, pero luego se dio cuenta de que Mailo se sentía mal.
- '¡No es gracioso que te caigas! Ven aquí, te ayudaré' - dijo Princesa, acercándose al perrito.
- '¿De verdad me vas a ayudar?' - preguntó Mailo con los ojos brillantes.
Entonces, Princesa le ayudó a limpiarse. En ese momento, algo cambió en su corazón. Se dio cuenta de que Mailo no era una amenaza, sino que estaba ahí para compartir su vida.
A partir de ese día, comenzaron a jugar juntos. Mailo saltaba y ladraba feliz mientras Princesa le enseñaba a correr con gracia y a sentarse cuando lo pedían.
- '¡Eres muy divertido!' - exclamó Princesa un día mientras correteaban por el jardín.
- 'Y tú eres la mejor maestra, Princesa' - respondió Mailo, moviendo su cola con alegría.
Con el tiempo, Princesa aprendió que compartir su hogar y su amor no solo la hacía más feliz, sino que también le brindaba un nuevo amigo. Juntos, se convirtieron en inseparables.
Una mañana, mientras jugaban a atrapar una pelota, la familia los observaba.
- '¡Miren a mis perritos! ¡Son los mejores amigos!' - dijo Lucas con felicidad.
Esa alegría resonó en el corazón de Princesa, y entendió que, a veces, los cambios pueden traer sorpresas maravillosas.
- 'Gracias, Mailo, por enseñarme a ser más abierta' - le dijo Princesa al final del día, mientras descansaban bajo el árbol.
- 'Gracias a vos por aceptar ser mi amiga' - contestó Mailo.
Y así, Princesa y Mailo aprendieron juntos que la amistad se construye con amor y aceptación, y que siempre hay espacio en el corazón para más amigos.
Desde entonces, su hogar fue aún más feliz, lleno de risas, juegos y un cariño que no conocía límites. La historia de Princesa y Mailo nos enseña que compartir a veces puede ser el mayor regalo de todos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.