Una Promesa de Lealtad Inolvidable


Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires y los chicos de cuarto grado de la Escuela N10 turno mañana estaban emocionados porque hoy era el día en que realizarían la promesa de lealtad a la bandera argentina.

Todos se habían vestido con sus mejores ropas y estaban ansiosos por demostrar su amor por su país. La maestra, la Sra.

Martínez, les explicó a los chicos lo importante que era este acto y cómo debían hacerlo correctamente. Les dijo que debían estar parados frente a la bandera, con una mano sobre el corazón y recitar las palabras con orgullo y respeto.

Los chicos escucharon atentamente las instrucciones de su maestra y se prepararon para el momento tan esperado. Cuando llegó el momento, todos se pusieron en fila frente a la bandera argentina. "¡Atención!", gritó la Sra. Martínez. Todos los chicos se pusieron firmes como soldados, mirando hacia adelante con determinación.

"¡Saludar! ¡Juramento! ¡Bandera Argentina! ¡Presente!", recitaron al unísono.

Los chicos levantaron su brazo derecho en señal de saludo mientras recitaban las palabras del juramento con fuerza y entusiasmo:"Prometo lealtad a la bandera Argentina, símbolo de mi país; que es libre, soberano e independiente; fundado sobre la justicia y el trabajo. "Cuando terminaron de decir las palabras del juramento, todos aplaudieron emocionados. Había sido un momento muy especial para ellos.

Pero justo cuando pensaban que todo había terminado, algo sorprendente sucedió. De repente, la bandera comenzó a moverse y a brillar con una luz intensa. "¡Miren! ¡La bandera está viva!", exclamó uno de los chicos.

Los demás se quedaron boquiabiertos mientras veían cómo la bandera cobraba vida y se transformaba en un hermoso águila dorada que volaba por encima de ellos. "Soy el espíritu de la libertad y la independencia", dijo el águila.

"He venido aquí para recordarles lo importante que es ser leales a su país y trabajar juntos para construir un futuro mejor". Los chicos estaban asombrados ante lo que veían, pero al mismo tiempo sentían una gran emoción en sus corazones.

Sabían que este era un momento especial que nunca olvidarían. "Gracias por venir, señor águila", dijo uno de los chicos. "Prometemos ser leales a nuestra patria y trabajar duro para hacerla más fuerte cada día".

El águila sonrió y les dijo:"Eso es todo lo que necesito escuchar. Ahora vuelvo a mi hogar en las montañas, pero siempre estaré observando desde arriba para asegurarme de que cumplen su promesa".

Y así, el águila desapareció en el cielo dejando atrás una sensación de esperanza y patriotismo en los corazones de los chicos. Desde ese día, los chicos recordaron siempre la importancia del juramento que habían hecho frente a la bandera argentina y trabajaron juntos como una verdadera comunidad para mejorar su país día tras día.

Y cada vez que veían un águila dorada en el cielo, recordaban que estaban haciendo lo correcto y que su patria estaba orgullosa de ellos.

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