Una semana sin pantallas



Había una vez un niño llamado Tomás que tenía 9 años y le encantaba jugar con su celular. Pasaba horas y horas jugando y navegando en internet sin darse cuenta del tiempo que pasaba.

Un día, mientras estaba jugando, su mamá entró a la habitación y lo encontró distraído con el celular. "Tomás, ¿cuánto tiempo llevas jugando con el celular?" preguntó su mamá preocupada. "No sé, mamá. Solo un rato", respondió Tomás sin prestar mucha atención.

Su mamá se preocupó aún más al ver que Tomás no era consciente del tiempo que perdía jugando con el celular. Así que decidió tomar medidas drásticas para ayudarlo.

"Tomás, creo que deberías dejar de jugar con el celular por un tiempo", dijo su mamá seriamente. "¿Qué? ¡No! ¡Por favor, no me quites mi celular! Es lo único divertido que tengo", exclamó Tomás angustiado.

Pero su mamá sabía que era necesario hacer algo para ayudar a Tomás a entender la importancia de aprovechar mejor su tiempo.

Así que le propuso un desafío:"Tomás, te propongo un desafío: durante una semana completa vas a dejar de jugar con tu celular y en cambio vas a dedicarte a hacer cosas diferentes cada día. ¿Te animas?"Tomás aceptó el desafío aunque no estaba muy convencido de dejar de lado su adorado teléfono móvil.

El primer día fue difícil para él porque no sabía qué hacer sin tener acceso al mundo virtual del cual tanto disfrutaba. Pero poco a poco fue descubriendo nuevos intereses: leer libros interesantes, hacer deportes al aire libre, cocinar con su mamá y jugar juegos de mesa en familia.

La semana pasó volando y cuando llegó el momento de recuperar su celular, Tomás se dio cuenta de que había pasado una semana increíblemente divertida y llena de nuevas experiencias. Ya no era tan importante para él estar conectado todo el tiempo al mundo virtual del celular.

"¡Mamá! ¡Gracias por ayudarme a descubrir nuevas cosas! Me di cuenta de que hay muchas cosas más interesantes que hacer fuera del celular", exclamó feliz Tomás. Su mamá sonrió satisfecha al ver que su desafío había funcionado.

Desde ese día, Tomás aprendió a valorar mejor su tiempo y a disfrutar más de las actividades cotidianas.

Y aunque seguía usando su celular, ya no lo hacía tanto como antes porque había descubierto un mundo lleno de posibilidades fuera del mundo virtual.

FIN.

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