¡Una vuelta al mundo única!


En una escuela muy especial, donde conviven niños con distintas habilidades, se organizó un emocionante concurso: ¡una vuelta al mundo única! Los participantes debían recorrer los lugares más asombrosos del planeta utilizando cuatro medios de transporte diferentes. El desafío incluía no solo llegar a cada destino, sino también superar obstáculos y resolver acertijos en el camino.

Todo comenzó con la elección de los destinos. Los niños se reunieron en el aula de la Señorita Clara, una maestra amorosa y comprensiva que siempre encontraba la manera de hacer brillar las capacidades de cada uno. Emiliano, quien usaba silla de ruedas, eligió la Gran Muralla China como su primer destino. Daniela, con discapacidad visual, deseó visitar la majestuosa Torre Eiffel en París. Marcos, con audífonos para ayudarlo a escuchar mejor, quiso vivir la magia de las pirámides en Egipto. Y Sofía, con sus muletas, anhelaba conocer las exóticas playas de Tailandia.

La Señorita Clara propuso que cada equipo debía estar conformado por un niño con discapacidad y dos compañeros que lo ayudarían en cada etapa del viaje. "¡Vamos a necesitar mucha creatividad, trabajo en equipo y sobre todo, diversión!" les expresó con entusiasmo.

El día del gran comienzo, una mañana soleada, los equipos partieron hacia sus primeros destinos. Emiliano, junto a Lucía y Benjamín, abordaron un velero para zarpar hacia China. Daniela, acompañada por Tomás y Valentina, tomaron un avión rumbo a Francia. Marcos, con la ayuda de Federico y Martina, subieron a un tren a vapor con dirección a Egipto. Y Sofía, junto a Juan y Natalia, se subieron a un colorido tuk-tuk para recorrer las calles de Tailandia.

Cada equipo enfrentó desafíos y aventuras mientras se acercaban a sus destinos. En China, Emiliano y sus amigos descubrieron que la lluvia les impedía ver con claridad la Gran Muralla, pero juntos idearon un sistema de luces que les permitió sentir la majestuosidad de esa maravilla milenaria. Daniela y su equipo superaron pruebas de agudeza visual en París, donde Valentina describía con detalle cada monumento y Tomás trazaba mapas táctiles para guiar a Daniela. En Egipto, Marcos y sus compañeros resolvieron jeroglíficos y acertijos para acceder a las pirámides, usando señas y gestos para comunicarse mejor. Mientras que en Tailandia, Sofía y su grupo convirtieron cada obstáculo en una oportunidad para aprender sobre la cultura y la amistad.

Finalmente, todos los equipos completaron sus recorridos y regresaron a la escuela con corazones rebosantes de alegría y aprendizaje. En una emotiva ceremonia de cierre, la Señorita Clara felicitó a cada niño por su valentía, ingenio y trabajo en equipo. "Hoy hemos descubierto que no existen límites cuando se trata de cumplir nuestros sueños. Cada uno de ustedes es un verdadero campeón", les dijo con cariño. Los niños celebraron abrazándose y compartiendo sus experiencias, fortaleciendo así su amistad y confianza.

Y desde entonces, en esa escuela única, cada vez que alzaban la vista al cielo, recordaban que juntos habían conquistado el mundo, ¡y que siempre habría nuevas aventuras por descubrir!

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