Unicornios en la batalla de los colores



Había una vez en el mágico bosque de Arcoíris, dos unicornios muy especiales: Luna y Sol. Luna era blanca como la nieve y tenía crines plateadas que brillaban con la luz de la luna.

Por otro lado, Sol era dorado como los rayos del sol y sus crines parecían llamas danzantes. Un día, mientras paseaban por el prado de las flores perfumadas, Luna tropezó con una piedra y cayó al suelo lastimándose una pata.

Sol corrió hacia ella preocupado y le preguntó:- ¿Estás bien, Luna? Luna se levantó con dificultad y respondió con dolor:- Sí, solo me torcí un poco la pata. No te preocupes, Sol.

Pero Sol estaba realmente preocupado por su amiga y decidió llevarla a la cascada curativa donde el agua tenía poderes mágicos para sanar heridas. Con mucho esfuerzo, lograron llegar hasta allí y Luna sumergió su pata en el agua cristalina.

Al instante, sintió un alivio reconfortante y pudo apoyar nuevamente su peso en esa pata lastimada. - ¡Gracias, Sol! -exclamó Luna emocionada-. Eres un verdadero amigo. Desde ese día, Luna y Sol se volvieron inseparables.

Se abrazaban todas las mañanas al despertar y todas las noches antes de dormir. Su amistad era tan fuerte que juntos eran capaces de crear arcoíris en el cielo solo con sus risas. Pero un día, una sombra oscura comenzó a extenderse sobre el bosque de Arcoíris.

La malvada bruja Griselda había lanzado un hechizo para robar todos los colores del mundo y sumirlo en la oscuridad eterna. Luna y Sol decidieron enfrentarse a la bruja para salvar su hogar.

Recorrieron valles oscuros, cruzaron ríos turbulentos y escalaron montañas peligrosas hasta llegar al castillo de Griselda. - ¡Devuélvenos los colores! -exigió Luna valientemente. La bruja rió con malicia y dijo:- Jamás lo haré. Ahora mi poder es absoluto.

Pero lo que Griselda no sabía era que cuando Luna y Sol se abrazaban con fuerza, desataban un poder aún mayor que cualquier hechizo oscuro. Entonces, los dos unicornios se abrazaron con todo su amor y energía positiva.

De repente, una luz brillante comenzó a emanar de ellos iluminando cada rincón del castillo. Los colores robados empezaron a regresar lentamente: primero el verde de los árboles, luego el azul del cielo y finalmente todos los tonos del arcoíris llenaron nuevamente el mundo.

Griselda intentaba resistirse pero la magia del abrazo entre Luna y Sol era irresistible e invencible. -¡No puede ser! ¡Mi hechizo está fallando! -gritaba desesperada la bruja mientras retrocedía ante la luz resplandeciente.

Finalmente, el hechizo fue roto por completo gracias al poder del amor verdadero entre dos amigos inseparables. Luna miró a Sol con gratitud infinita. -Gracias por estar siempre a mi lado. -Y yo gracias a vos por enseñarme que juntos podemos lograr cualquier cosa -respondió Sol emocionado.

Y así fue como Luna y Sol demostraron que incluso en los momentos más oscuros, un simple gesto como darse un abrazo podía traer luz y color de vuelta a sus vidas. Fin

FIN.

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