Unidos ante el futuro


Había pasado mucho tiempo desde que los niños y niñas se habían visto por última vez en la escuela.

La pandemia había obligado a cerrar las puertas del colegio y todos extrañaban esos días llenos de risas, aprendizaje y juegos. Un día soleado, llegó el esperado momento: ¡la escuela volvía a abrir sus puertas! Los niños y niñas estaban emocionados por volver a encontrarse, aunque sabían que las cosas serían un poco diferentes ahora.

Todos tendrían que usar barbijo, lavarse las manos con frecuencia y mantener una distancia segura entre ellos. La maestra Marta estaba muy feliz de ver a sus alumnos nuevamente.

Les dio la bienvenida con una gran sonrisa detrás de su barbijo y los invitó a entrar al salón de clases. Había globos coloridos, música alegre y un cartel que decía: "¡Bienvenidos de vuelta!"- ¡Hola chicos! ¡Qué alegría tenerlos aquí otra vez! - exclamó la maestra Marta.

- ¡Hola maestra Marta! ¡Te extrañamos mucho! - respondieron los niños emocionados. Aunque estaban contentos, algunos también sentían un poco de nervios por cómo sería esta nueva etapa en la escuela. Pero pronto descubrieron que todo iba a estar bien.

La maestra Marta les explicó todas las medidas de seguridad que debían seguir para cuidarse mutuamente. Les enseñó cómo lavarse correctamente las manos con agua y jabón durante al menos veinte segundos mientras cantaban una divertida canción sobre dinosaurios.

Después, les mostró cómo ponerse el barbijo correctamente cubriendo la boca y la nariz. Los niños se miraron entre sí con sus barbijos puestos y no pudieron evitar reírse un poco.

- ¡Nos vemos graciosos con estos barbijos! - dijo Ana, una de las niñas. - Sí, pero es importante usarlos para protegernos a todos - respondió la maestra Marta. Con el paso de los días, los niños fueron adaptándose a su nueva rutina en la escuela.

Aprendieron a mantener distancia cuando jugaban en el recreo y se acostumbraron a ver las sonrisas de sus compañeros en sus ojos.

Un día, mientras estaban en clase de arte, la maestra Marta les propuso hacer un mural sobre lo que habían aprendido durante este tiempo difícil. Cada uno tendría que dibujar algo que representara su experiencia durante el confinamiento. Los niños se pusieron manos a la obra y comenzaron a dibujar con entusiasmo.

Al terminar, cada uno mostró su trabajo al resto del grupo. Enrique había dibujado un sol radiante rodeado de arcoíris para representar la esperanza que sentía de volver a encontrarse con sus amigos.

Sofía había pintado una familia abrazada para mostrar lo mucho que extrañaba estar cerca de los suyos. Juan había dibujado una computadora con una carita feliz para simbolizar todas las clases virtuales que tuvo que tomar desde casa.

- ¡Qué hermoso trabajo chicos! Cada uno ha expresado muy bien sus sentimientos - dijo emocionada la maestra Marta. Ese día, los niños comprendieron lo importante que era valorar cada momento juntos y aprender de las experiencias difíciles.

Aunque extrañaban los abrazos y las risas sin barreras, sabían que estaban haciendo todo lo posible para cuidarse unos a otros. Y así, con el paso del tiempo, la escuela se convirtió en un lugar lleno de alegría y aprendizaje nuevamente.

Los niños y niñas se reencontraron en la escuela con más fuerza y determinación que nunca, listos para enfrentar juntos cualquier desafío que el futuro les trajera.

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