Unidos en la adversidad
Había una vez dos nenes llamados Tomás y Martina que vivían en un hermoso pueblo. Eran muy buenos amigos y siempre jugaban juntos en el parque, compartiendo risas y aventuras.
Un día, algo triste sucedió: los padres de Tomás decidieron separarse. Esto dejó a ambos nenes muy confundidos y preocupados. No entendían por qué sus padres ya no querían estar juntos. Tomás fue a contarle a Martina lo que estaba pasando.
Los dos se sentaron en un banco del parque mientras las lágrimas caían por sus mejillas. "Martina, mis papás se van a separar", dijo Tomás con la voz temblorosa. "¡Oh no! Lo siento mucho, Tomás.
¿Cómo te sientes al respecto?", preguntó Martina, mostrando su preocupación. Tomás suspiró y respondió: "Me siento triste y confundido. No quiero que esto afecte nuestra amistad". Martina le dio un abrazo reconfortante a Tomás y le dijo: "No te preocupes, Tomi.
Nuestra amistad es fuerte y siempre estaremos aquí el uno para el otro". Los días pasaron y la situación de los padres de Tomás empeoraba cada vez más. Parecía que no podían ponerse de acuerdo sobre nada relacionado con él.
Tomás comenzó a sentirse aún más triste e incluso culpable por la separación de sus padres. Pero Martina nunca dejó de apoyarlo. Un día, cuando los dos nenes estaban caminando cerca del río, vieron algo brillante flotando en el agua.
Era una pequeña botella con un mensaje adentro. Martina la recogió y leyó en voz alta: "Si estás triste, haz una lista de cosas que te hagan feliz". Tomás sonrió tímidamente y sugirió: "Podemos hacer nuestra propia lista.
¿Qué tal si escribimos todas las cosas buenas que tenemos en nuestras vidas?"Martina aceptó emocionada y los dos nenes se sentaron en el pasto para empezar a escribir. "Tener una amistad tan fuerte como la nuestra", dijo Martina mientras escribía.
"Tener padres amorosos, aunque estén separados", agregó Tomás. Los nenes continuaron con su lista y pronto se dieron cuenta de que había muchas cosas hermosas en sus vidas a pesar de las dificultades que estaban enfrentando.
A medida que pasaba el tiempo, Tomás y Martina aprendieron a lidiar mejor con la situación. Se apoyaban mutuamente cuando uno de ellos estaba triste o confundido. Juntos, descubrieron que podían encontrar alegría incluso en los momentos más difíciles.
Un día, mientras jugaban cerca del río nuevamente, encontraron otra botella flotando. Esta vez, el mensaje decía: "Recuerden siempre valorarse y nunca olviden lo especial que son". Tomás miró a Martina con una sonrisa y dijo: "Eso es cierto. Somos especiales juntos".
Martina asintió emocionada y ambos nenes sabían que su amistad era algo valioso e irremplazable. Con el tiempo, los padres de Tomás comenzaron a llevarse mejor por el bienestar de su hijo.
Aunque seguían separados, aprendieron a comunicarse y a trabajar juntos. Tomás y Martina se dieron cuenta de que no importaba si sus padres estaban juntos o separados, porque lo más importante era el amor y la amistad que compartían.
Y así, Tomás y Martina siguieron creciendo juntos, enfrentando los desafíos de la vida con valentía y siempre recordándose mutuamente lo especiales que eran.
FIN.