Unidos en la aventura


Luna y Mía eran dos amigas inseparables que siempre buscaban nuevas aventuras. Un día decidieron ir a correr al parque para disfrutar del aire libre y hacer ejercicio juntas.

- ¡Estoy emocionada por nuestro paseo, Luna! - exclamó Mía mientras se colocaba sus zapatillas deportivas. - Yo también, Mía. Será divertido correr y disfrutar de la naturaleza - respondió Luna con una sonrisa en su rostro.

Cuando llegaron al parque, se encontraron con un cartel que decía: "Carrera de obstáculos". - ¡Mira, Luna! Hay una carrera de obstáculos. ¿Te animas a participar? - preguntó Mía entusiasmada. - ¡Claro que sí! Será genial poner a prueba nuestras habilidades - respondió Luna emocionada.

Se acercaron al punto de partida y se encontraron con otros niños también listos para la carrera. El organizador les explicó las reglas y les deseó suerte. ¡Y comenzó la carrera! Las niñas saltaban sobre troncos caídos, esquivaban bancos, trepaban cuerdas y atravesaban túneles.

A medida que avanzaban en el recorrido, cada vez se volvían más difíciles los obstáculos. En un momento dado, Luna tropezó con una piedra y cayó al suelo. Rápidamente Mía se detuvo para ayudarla.

- ¡Luna! ¿Estás bien? - preguntó preocupada Mía mientras le extendía la mano. Luna se levantó con una sonrisa valiente en su rostro. - Sí, estoy bien. Gracias por ayudarme, Mía. Sigamos corriendo. Juntas continuaron la carrera con más determinación que nunca.

Pasaron por debajo de una red de cuerdas y saltaron sobre una serie de neumáticos dispuestos en el suelo. Finalmente, llegaron al último obstáculo: un muro alto que debían escalar para cruzar la línea de meta.

- ¡Vamos, Luna! Tú puedes hacerlo - animó Mía mientras observaba a su amiga luchando por subir el muro. Luna intentó varias veces, pero no lograba alcanzar la cima del muro.

Estaba a punto de rendirse cuando recordó las palabras de su abuela: "Nunca te rindas, Luna. Siempre hay una manera". Con renovada fuerza y confianza en sí misma, Luna dio un salto y logró agarrarse del borde del muro.

Con todas sus fuerzas se impulsó hacia arriba hasta finalmente alcanzar la cima. - ¡Lo lograste, Luna! ¡Bien hecho! - exclamó Mía emocionada mientras aplaudía. Ambas amigas atravesaron juntas la línea de meta y fueron recibidas con aplausos y felicitaciones por parte de los demás participantes y espectadores.

- Estoy tan orgullosa de ti, Luna - dijo Mía abrazando a su amiga-. Aprendimos que juntas podemos superar cualquier obstáculo si nos apoyamos mutuamente. Luna sonrió y asintió con gratitud.

Ese día se dieron cuenta de que no importa cuántos obstáculos encuentren en el camino, siempre podrán superarlos si tienen valentía, determinación y el apoyo de un buen amigo.

Desde entonces, Luna y Mía siguieron enfrentando nuevos desafíos juntas, recordando siempre que la amistad es una fuerza poderosa que puede llevarlas a alcanzar cualquier meta que se propongan.

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