Unidos en la red de emociones
Había una vez en el colorido mundo de las frutas, tres amigos muy especiales: Manzana, Pera y Plátano. Cada uno vivía en su propio árbol, pero siempre se encontraban para jugar y divertirse juntos.
Un día soleado, mientras jugaban al escondite entre los árboles del huerto, Manzana sintió que algo no estaba bien. Tenía un nudo en la garganta y sentía ganas de llorar.
Al acercarse a sus amigos con lágrimas en los ojos, les dijo preocupada: "Chicos, estoy triste y no sé por qué". Pera y Plátano miraron a Manzana con cariño y entendimiento. Sabían que todos tenemos emociones diferentes y que a veces nos sentimos tristes sin razón aparente.
Decidieron ayudarla a descubrir qué le pasaba. "Manzana, tal vez necesitas hablar sobre lo que te preocupa", sugirió Pera con dulzura. Manzana asintió y comenzó a contarles cómo había visto caerse algunas manzanas jóvenes de su árbol ese día.
Sentía impotencia porque quería protegerlas, pero no podía hacerlo. Plátano tomó la palabra con una sonrisa tranquilizadora: "Manzana, es normal sentirnos así cuando vemos cosas malas suceder a nuestro alrededor. Pero recuerda que tú eres solo una manzana y debes reconocer tus límites".
"Tienes razón", respondió Manzana mientras secaba sus lágrimas. "No puedo controlarlo todo".
Pera intervino entonces con entusiasmo: "¡Pero sí puedes hacer algo para ayudar! ¿Qué tal si nos unimos y creamos una red de protección para las manzanas jóvenes?"Los ojos de Manzana se iluminaron con esperanza. Juntos, los tres amigos trabajaron arduamente para construir una red que cubriera los árboles y mantuviera a salvo a las manzanas.
Cada vez que una caía, la red la atrapaba suavemente. Con el tiempo, Manzana dejó de sentir tristeza porque sabía que estaba haciendo todo lo posible por cuidar de las manzanas jóvenes. Además, Pera y Plátano siempre estaban allí para apoyarla en cada momento.
Un día, mientras disfrutaban del aroma dulce del huerto, Pera dijo emocionada: "¡Chicos! ¡Miren todas las manzanas hermosas que hemos protegido juntos!"Manzana sonrió radiante al ver cómo sus esfuerzos habían dado frutos.
Se sentía feliz y orgullosa por haber superado su tristeza inicial y encontrar una solución creativa junto a sus amigos. Desde aquel día, Manzana aprendió a reconocer sus emociones y hablar sobre ellas sin miedo. Comprendió que todos tenemos altibajos emocionales, pero también podemos encontrar formas positivas de enfrentarlos.
Así termina nuestra historia: con Manzana pera y plátano mostrando las emociones libremente y recordándonos que siempre hay amigos dispuestos a escuchar cuando necesitamos desahogarnos.
Juntos pueden convertir cualquier tristeza en alegría e impulsarse mutuamente hacia nuevas aventuras llenas de amor y amistad en el colorido mundo de las frutas.
FIN.