Unidos en la Selva


Había una vez en el hermoso país de Costa Rica, un grupo de animales que vivían en armonía en la selva. Había monos juguetones, perezosos tranquilos y coloridos tucanes.

Todos disfrutaban de la paz y tranquilidad que reinaba en su hogar. Un día, mientras los animales se encontraban reunidos alrededor del gran árbol sabio, Don Tucán levantó su ala y habló: "Amigos míos, hoy es un día muy especial. Mañana celebraremos nuestra independencia como país".

Los animales miraron con curiosidad a Don Tucán. "¿Independencia? ¿Qué significa eso?" preguntó el pequeño mono travieso llamado Chispa.

Don Tucán sonrió y explicó: "La independencia es cuando un país tiene el derecho de gobernarse a sí mismo sin depender de otro. Es un momento muy importante para nosotros como nación". Los animales se emocionaron ante esta idea y decidieron preparar una gran fiesta para celebrar su independencia.

Cada uno tenía una tarea especial: los monos decorarían los árboles con coloridas guirnaldas, los perezosos cocinarían deliciosas frutas tropicales y los tucanes se encargarían de invitar a todos sus amigos del bosque. Mientras preparaban todo para la fiesta, algo inesperado ocurrió.

Una tormenta repentina azotó la selva haciendo volar las guirnaldas por todas partes y arruinando la comida preparada por los perezosos. "¡Oh no! ¡Nuestra fiesta está arruinada!" exclamó tristemente Chispa.

Los animales se miraron preocupados, pero en ese momento el sabio árbol habló: "No se desanimen, queridos amigos. La independencia no se trata solo de una fiesta, sino de la fortaleza y determinación para superar los obstáculos que se nos presentan".

Inspirados por las palabras del árbol sabio, los animales decidieron unirse y trabajar juntos para solucionar los problemas. Los monos recolectaron más frutas y hojas para decorar los árboles, mientras que los perezosos prepararon una nueva comida con lo que quedaba.

Finalmente, llegó el día de la celebración y todos los animales estaban emocionados. Aunque la fiesta no era tan grande como habían planeado al principio, estaba llena de alegría y camaradería. "¡Feliz Independencia!" exclamó Don Tucán levantando su ala en señal de brindis.

Los animales festejaron bailando y cantando bajo el cálido sol costarricense. Se dieron cuenta de que la verdadera independencia no radicaba en una fiesta perfecta, sino en su capacidad para enfrentar desafíos juntos y encontrar soluciones creativas.

Desde aquel día, cada año Costa Rica celebra su independencia recordando la historia de aquellos valientes animales que demostraron que cuando trabajamos unidos podemos superar cualquier obstáculo y alcanzar nuestros sueños.

Y así fue como Costa Rica aprendió una importante lección: la verdadera independencia está en nuestro corazón cuando nos apoyamos mutuamente y trabajamos juntos por un futuro mejor.

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