Unidos por el bien



Había una vez una clase de tercer grado en la escuela San Martín, conformada por niños y niñas muy especiales. Todos los días, el profesor Diego les enseñaba lecciones importantes sobre amistad, solidaridad y trabajo en equipo.

Un día, durante la hora del recreo, los niños se acercaron al profesor emocionados con una idea brillante. Querían participar en unas olimpiadas benéficas para recaudar dinero y donarlo a una ONG.

Estaban decididos a ayudar a aquellos que más lo necesitaban. El profesor Diego sonrió al escuchar la propuesta y les dijo: "¡Me encanta la idea! Pero para lograrlo, tendrán que entrenarse duro y aprender diferentes disciplinas deportivas".

Los niños asintieron emocionados y comenzaron a planificar su participación en las olimpiadas. Cada semana, el profesor Diego les enseñaba un nuevo deporte: fútbol, básquetbol, atletismo y hasta natación. Los niños practicaban con entusiasmo cada día después de clases.

Sabían que necesitaban estar preparados si querían ganarse una medalla para ayudar a los demás. Sin embargo, no todo fue tan fácil como parecía. Durante las prácticas de natación, Sofía tuvo miedo de sumergirse en el agua profunda.

Juanito se cayó varias veces intentando correr rápido durante las pruebas de atletismo. Y Martina no lograba hacer un gol en fútbol sin chutarla fuera del campo. Los demás compañeros animaron a sus amigos cuando fallaban y juntos encontraron soluciones para superar sus miedos y debilidades.

Sofía aprendió a nadar con la ayuda de un salvavidas, Juanito mejoró su técnica corriendo al lado del profesor Diego y Martina practicó sus tiros al arco una y otra vez hasta que logró hacer el gol perfecto.

Llegó el día de las olimpiadas benéficas y la escuela San Martín se encontraba llena de alegría y emoción. Los niños estaban listos para demostrar todo lo que habían aprendido y recaudar dinero para ayudar a los demás.

La competencia fue intensa, pero los niños de tercer grado no se rindieron. Se apoyaron mutuamente en cada prueba, animándose sin importar si ganaban o perdían. Sabían que lo más importante era participar y colaborar con la causa solidaria.

Al final del día, la clase de tercer grado obtuvo varias medallas gracias a su esfuerzo y perseverancia. Pero lo más importante fue la cantidad de dinero recaudado para donarlo a la ONG elegida.

El profesor Diego felicitó a cada uno de sus alumnos por su valentía, amistad y espíritu solidario. Les recordó que juntos podían lograr grandes cosas cuando trabajaban en equipo.

Desde aquel día, los niños siempre recordaron las olimpiadas benéficas como una experiencia inolvidable que les enseñó el valor del esfuerzo, la solidaridad y la importancia de ayudar a quienes más lo necesitan. Y así, gracias a unos niños decididos e inspiradores, muchos corazones fueron tocados por su generosidad y amor al prójimo.

FIN.

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