Unidos por el corazón



Había una vez un gigante llamado Benito que vivía en un bosque encantado. Benito era muy amigable y siempre trataba de hacer felices a los demás.

Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con un pequeño árbol llamado Jao. Jao era diferente a los demás árboles del bosque. Tenía ramas torcidas y hojas de colores brillantes. Muchos animales se burlaban de él y no lo aceptaban porque era diferente.

Un día, Benito escuchó a Jao llorando bajo la sombra de sus propias ramas. Se acercó lentamente y le dijo: "¿Por qué estás llorando, amigo Jao?".

Jao levantó su cabeza sorprendido y respondió entre sollozos: "Nadie me quiere porque soy diferente, todos se burlan de mí". Benito miró alrededor y vio cómo otros árboles se reían de Jao. Esto hizo que su corazón se llenara de tristeza e indignación. Decidió ayudar a su nuevo amigo.

"No te preocupes, Jao", dijo Benito con una sonrisa amable-. "Yo te acepto tal como eres". Benito comenzó a pasar más tiempo con Jao y pronto se hicieron inseparables. Jugaban juntos, compartían historias e incluso cantaban canciones debajo del cielo estrellado.

Un día, mientras exploraban el bosque juntos, encontraron un grupo de animales asustados cerca del río. Resulta que el río había crecido mucho debido a las fuertes lluvias y los animales no podían cruzarlo.

Benito y Jao se miraron y supieron que tenían que hacer algo para ayudar. Benito tomó a Jao en sus brazos y lo usó como un puente para que los animales pudieran cruzar el río de manera segura.

"¡Gracias, gigante Benito! ¡Gracias, árbol Jao!", exclamaron los animales mientras cruzaban el río-. "Ahora podremos llegar a nuestra casa". Después de ese día, todos los animales del bosque comenzaron a apreciar a Jao por su valentía y generosidad.

Los demás árboles también aprendieron una lección importante sobre aceptación y respeto hacia las diferencias. A medida que pasaba el tiempo, la amistad entre Benito y Jao se fortalecía cada vez más. Se convirtieron en héroes del bosque, ayudando siempre a quienes lo necesitaban.

La historia de Benito y Jao nos enseña que no importa cómo seamos por fuera o nuestras diferencias, lo importante es cómo tratamos a los demás. La verdadera belleza reside en nuestros corazones y en la capacidad de amar sin prejuicios.

Y así, Benito y Jao vivieron felices para siempre, demostrando al mundo entero que la amistad verdadera puede superar cualquier obstáculo.

FIN.

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