¡Unidos por el Deporte!



Era un día soleado en la escuela y todos los chicos estaban emocionados por la clase de Educación Física. La profesora Ana, con su silbato en mano, dio la bienvenida a los alumnos.

"Hoy vamos a jugar un partido de fútbol entre equipos" - anunció la profesora con una sonrisa. Las voces de alegría llenaron el aula. Pero entre esa euforia, dos nombres destacaban por encima del resto: Julián y Pedro.

Ambos eran los más competitivos de la clase, el uno siempre quería ser el mejor, y el otro no se quedaba atrás. Cuando se trataba de deportes, la rivalidad entre ellos era brutal.

"¡Yo voy a ser el capitán de mi equipo!" - gritó Julián mientras levantaba la mano.

"No, ¡yo seré el capitán!" - replicó Pedro, cruzando los brazos con firmeza.

La profesora Ana trató de mediar la situación.

"Chicos, pueden ser capitanes en equipos diferentes, así todos tendrán la oportunidad de jugar" - sugirió. Pero ellos no escuchaban. En ese momento, comenzaron a discutir y a empujarse, interrumpiendo la clase.

"¡Eres un mal jugador!" - dijo Julián enojado.

"¡Tú solo sabes hacer trampa!" - respondió Pedro con desdén.

La profesora, viendo que la situación se salía de control, decidió intervenir.

"¡Silencio, por favor! Chicos, su comportamiento está afectando a sus compañeros. ¿No se dan cuenta de que jugar en equipo es más divertido que pelear?"

Los dos se miraron, y aunque aún estaban enojados, empezaron a pensar en lo que dijo la profesora. A su alrededor, sus compañeros parecían incómodos ante la situación.

"¿Y si los dejamos ser capitanes de un único equipo?" - sugirió Sofía, una de sus amigas.

Ambos se quedaron pensando. La idea parecía extraña, pero a la vez, despertó un poco de curiosidad.

"¿Qué tal si armamos un equipo, pero competimos para ver quién anota más goles unidos?" - propuso Julián.

"Está bien, pero sólo si prometes que no harás trampa" - dijo Pedro en tono desafiante. Ambos sonrieron, nerviosos pero motivados.

Con nuevos ánimos, la profesora Ana les dio la oportunidad de ser los capitanes de un solo equipo. Los chicos se dividieron en dos grupos, y Julián y Pedro decidieron formar un plan juntos.

"Tú te encargas de hacer jugadas rápidas, y yo haré los pases" - sugirió Pedro.

"¡Perfecto! Si combinamos nuestras habilidades, seremos un gran equipo" - respondió Julián, entusiasmado.

El silbato sonó y el partido comenzó. Con cada jugada, Julián y Pedro se apoyaban el uno al otro, chirriando sus estrategias y alentándose mutuamente. La energía creció en el campo, todos los chicos se contagiaron de la buena onda.

"¡Pasá!" - gritaba Julián.

"¡Corré!" - respondía Pedro. Y así avanzaban hacia la portería adversaria.

Finalmente, cuando el árbitro pitó el final del partido, habían ganado.

"¡Lo hicimos! ¡Ganamos juntos!" - gritó Julián, saltando de alegría.

"Sí, ¡somos un equipo imbatible!" - dijo Pedro, sonriendo.

La profesora Ana aplaudió.

"Veo que lograron algo muy importante hoy: trabajar en equipo. Eso es lo que más cuenta en los deportes y en la vida. Gracias a ambos por hacer de esta clase algo especial" - dijo con orgullo.

Desde ese día, Julián y Pedro dejaron de pelear y se convirtieron en los mejores amigos. Y así, aprendieron que, aunque uno pueda ser competitivo, la verdadera victoria está en divertirse y disfrutar jugando juntos.

Sus compañeros los miraban con admiración y siguieron su ejemplo, y cada clase de Educación Física se volvió una fiesta de amistad y juego.

Esa tarde, mientras volvían a casa, Julián sonriente le dijo a Pedro:

"¿Te imaginas lo que se siente ser capitán de campeones?"

"Y esto no es solo por mí, es también por vos, amigo" - respondió Pedro, chocando su mano con la de Julián.

Y así, entre risas y goles, ambos aprendieron que la verdadera competencia va más allá de ganar, se trata de ser un buen compañero y de disfrutar cada momento.

FIN.

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