Unidos por el hogar
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, tres niños llamados Sofía, Juan y Marcos. Estos tres amigos eran inseparables y siempre jugaban juntos en el parque del pueblo.
Un día, los padres de Sofía tuvieron que hacer un viaje de emergencia y no pudieron llevarla con ellos. Así que decidieron dejarla al cuidado de sus tíos en la ciudad vecina. Sofía estaba muy triste por tener que separarse de sus amigos.
Cuando se enteraron de la noticia, Juan y Marcos sintieron mucha pena por su amiga. Decidieron ir a despedirla a la estación de autobuses para darle ánimos antes de partir.
Al llegar a la estación, los tres amigos se abrazaron fuertemente y prometieron mantenerse en contacto mientras Sofía estuviera lejos. Sin embargo, cuando el autobús partió y Sofía se fue, tanto Juan como Marcos sintieron un gran vacío en sus corazones. Los días pasaron lentamente sin su amiga cerca.
Los juegos en el parque ya no eran lo mismo sin ella. Además, comenzaron a extrañar su risa contagiosa y su alegría constante.
Una tarde soleada mientras caminaban por las calles del pueblo pensando en cómo podrían llenar ese vacío que sentían, vieron a un niño sentado solo en una esquina llorando. Se acercaron rápidamente para preguntar qué le pasaba. "Hola ¿estás bien?", preguntó Juan preocupado. El niño levantó la cabeza con lágrimas en los ojos.
"No tengo casa ni familia", respondió sollozando. Marcos miró a Juan y supo que debían ayudar al niño en apuros. "No te preocupes, nosotros seremos tu familia", dijo Marcos con una sonrisa.
Decidieron llamarlo Pedro y lo llevaron a la casa de Juan. Allí le dieron ropa limpia y comida caliente. Pedro se sentía feliz de haber encontrado amigos tan generosos. Con el tiempo, Sofía regresó al pueblo y quedó sorprendida cuando vio a Pedro viviendo con sus amigos.
Los cuatro se abrazaron emocionados y desde ese momento, los juegos en el parque volvieron a ser como antes.
Un día, mientras jugaban juntos en el parque, encontraron un cartel que anunciaba la construcción de un orfanato en el pueblo para niños sin hogar. Se miraron entre sí con una idea brillante en sus ojos. "¡Podríamos ayudar a otros niños como ayudamos a Pedro!", exclamó Sofía emocionada.
Los tres amigos decidieron organizar eventos para recaudar fondos para el orfanato. Vendieron limonada casera, organizaron una kermés divertida y pidieron donaciones a las personas del pueblo. Poco a poco, su pequeña idea se convirtió en realidad.
Con los fondos recaudados, lograron construir un hermoso orfanato donde muchos niños sin hogar encontraron amor y cuidado. Sofía, Juan, Marcos y Pedro se convirtieron en héroes locales por su increíble labor social.
Aprendieron que siempre hay formas de ayudar a quienes más lo necesitan y que juntos pueden hacer grandes cosas. Desde aquel día, Villa Esperanza se convirtió en un lugar lleno de esperanza y solidaridad. Los niños aprendieron que no importaba si tenían una casa o no, lo importante era tener amigos en quienes confiar y ayudarse mutuamente.
Y así, gracias a la valentía y bondad de estos cuatro amigos, el mundo se volvió un lugar mejor para los niños sin hogar.
FIN.