Unidos por la amistad
Había una vez en una escuela muy colorida y animada, dos niños muy diferentes entre sí. Por un lado, estaba Lucas, un niño bastante inquieto y algo molesto con sus compañeros.
Siempre estaba gastando bromas pesadas y haciendo travesuras que terminaban por fastidiar a todos en el aula. Por otro lado, se encontraba Mateo, un niño tranquilo y amable que siempre trataba de ayudar a los demás y hacer amigos.
Mateo veía cómo Lucas molestaba a sus compañeros día tras día, y decidió que tenía que hacer algo al respecto. Un día, durante el recreo, Mateo se acercó a Lucas mientras este tiraba papeles por toda la clase. - ¡Lucas! -exclamó Mateo con determinación-.
¿Te puedo hablar un segundo? Lucas lo miró con curiosidad y asintió con desgano. - Mirá, yo entiendo que te diviertas haciendo bromas, pero hay maneras de divertirse sin fastidiar a los demás -le dijo Mateo con calma.
Lucas frunció el ceño sin entender del todo. - ¿A qué te referís? -preguntó intrigado. Mateo le explicó entonces cómo podía canalizar su energía de forma positiva: proponiendo juegos divertidos para jugar todos juntos en lugar de molestar a los demás.
Lucas escuchaba atentamente las palabras de Mateo y poco a poco comenzó a comprender que podía divertirse sin lastimar a nadie. Los días fueron pasando y Lucas empezó a cambiar su actitud.
En lugar de gastar bromas pesadas, comenzó a proponer juegos entretenidos para compartir con sus compañeros. Pronto descubrió lo gratificante que era ser amable y ver sonreír a quienes lo rodeaban gracias a sus acciones positivas.
La sorpresa llegó cuando un día, uno de los chicos más callados del salón se le acercó a Lucas:- Che Lucas, gracias por invitarme hoy al juego nuevo. Me divertí mucho -dijo tímidamente el chico. Lucas sonrió ampliamente ante esas palabras inesperadas.
Se sentía feliz de haber encontrado una nueva forma de relacionarse con los demás basada en la amabilidad y la diversión compartida.
Desde ese día en adelante, Lucas siguió siendo un niño lleno de energía e ingenio, pero ahora enfocaba esa energía en construir vínculos positivos con sus compañeros. Y todo gracias al consejo amistoso de su nuevo amigo Mateo.
Y así fue como en aquella colorida escuela florecieron la amistad y la bondad entre todos sus alumnos, recordándoles cada día que no hay nada más valioso ni gratificante que ser amable con quienes nos rodean.
FIN.