Unidos por la diversidad
. Había una vez un grupo de amigos y amigas muy aventureros que decidieron hacer un viaje por todo el mundo. El grupo estaba formado por Juan, Sofía, Pedro, Martina, Tomás y Ana.
Además, había una pareja de novios en el grupo: Lucía y Marcos. El primer destino del viaje fue Brasil. Todos estaban emocionados por conocer las playas más hermosas del país.
Cuando llegaron a la playa, Lucía y Marcos se separaron del resto para disfrutar de su tiempo juntos mientras los demás iban al agua. De repente, notaron que Lucía y Marcos no estaban en la playa cuando regresaron de nadar. Comenzaron a buscarlos por todas partes pero no los encontraban.
Después de un rato, recibieron una llamada: "¡Hola! ¿Dónde están? ¡Estamos en un barco!" era la voz feliz de Lucía. Resulta que habían conocido a unos pescadores locales que les ofrecieron llevarlos a navegar por la costa brasileña.
Los demás se sintieron celosos porque no habían sido invitados pero también felices porque sus amigos estaban disfrutando del viaje juntos.
Mientras tanto, el resto decidió explorar las calles cercanas al puerto donde encontraron una feria local con juegos tradicionales como "pescar patos" o "tirar botellas". Pasaron horas divirtiéndose allí hasta que finalmente volvieron al hotel donde se alojaban. Al día siguiente partieron hacia su próximo destino: Japón.
Allí visitaron templos antiguos y probaron comida típica japonesa como sushi o ramen. Sin embargo, en un momento, se dieron cuenta de que Pedro había desaparecido. Buscaron por todas partes y finalmente lo encontraron en un pequeño café local donde estaba charlando con una anciana japonesa.
La mujer le había enseñado a hacer origami y le había contado historias sobre la cultura japonesa. Pedro estaba fascinado y quería quedarse un poco más para seguir aprendiendo de ella.
Los demás comprendieron su interés y decidieron esperarlo allí mientras ellos exploraban el resto del lugar. Después de Japón visitaron otros países como Italia, India, Australia y Sudáfrica. En cada lugar descubrieron nuevas culturas, comidas exóticas e hicieron nuevos amigos.
Sin embargo, también enfrentaron algunos problemas como perderse en una ciudad desconocida o enfermarse después de probar comida picante. Pero siempre se apoyaban entre sí para superar cualquier obstáculo.
Lucía y Marcos seguían disfrutando de su tiempo juntos pero también participaban de las actividades del grupo cuando podían. Y aunque cada uno tenía sus propios intereses y prioridades durante el viaje, al final todos estaban felices por haber compartido esta aventura juntos.
Cuando regresaron a casa después de varios meses, recordaron todo lo que habían vivido durante el viaje: las risas, los miedos superados y las amistades nuevas que habían hecho. También valoraron aún más la importancia de respetar los intereses individuales dentro del grupo sin perder la conexión emocional entre ellos.
A partir de ese momento prometieron seguir explorando juntos el mundo sin dejar nunca atrás a ningún amigo o pareja porque sabían que cada uno tenía algo especial para compartir en esta gran aventura llamada vida.
FIN.