Unidos por la Diversidad



Había una vez un niño llamado Juanito que iba a la escuela todos los días con mucha alegría. Le encantaba aprender y siempre estaba ansioso por descubrir cosas nuevas.

En su clase, había muchos niños y niñas con diferentes personalidades y habilidades. Un día, la profesora de Juanito, la señorita Marta, decidió hacer un sorteo especial en el aula. Cada alumno debía escribir en un papelito lo que más le gustaba hacer en su tiempo libre.

Luego, se pondrían todos los papelitos en una caja y cada uno tomaría uno al azar para conocer a su "compañero chuche". Todos estaban emocionados por el sorteo, ya que les permitiría conocerse mejor y compartir actividades juntos.

La caja pasó de mano en mano mientras cada niño ponía su papelito dentro. Finalmente llegó el turno de Juanito. Él pensó detenidamente qué escribir y decidió poner: "Me gusta dibujar".

Cuando tomó el papelito de la caja, leyó: "A mi compañero chuche le gusta jugar al fútbol". Juanito se sintió un poco decepcionado al principio porque no sabía nada sobre fútbol y no tenía idea de cómo abordar esa situación.

Pero luego recordó algo importante: ¡todos somos diferentes! Y eso es lo que hace que cada persona sea especial. Con determinación, Juanito se acercó a Tomás, quien era su compañero chuche. Tomás era muy bueno jugando al fútbol e incluso formaba parte del equipo escolar.

"Hola Tomás", dijo Juanito tímidamente. "¡Hola Juanito!", respondió Tomás con una sonrisa. "Me enteré de que te gusta jugar al fútbol. Aunque no sé mucho sobre ese deporte, ¿te gustaría enseñarme algunos trucos?", preguntó Juanito.

Tomás quedó sorprendido por la actitud de Juanito y aceptó encantado su propuesta. Durante los recreos, se reunieron en el patio para practicar juntos. Juanito aprendió a patear la pelota, hacer pases y hasta logró marcar un gol.

A medida que pasaba el tiempo, Juanito y Tomás se volvieron grandes amigos. Compartían momentos divertidos jugando al fútbol e incluso dibujaban juntos después de clase.

La diversidad de intereses no fue un obstáculo para su amistad; al contrario, los hizo más fuertes. El sorteo de la profesora Marta resultó ser una experiencia muy enriquecedora para todos los niños del aula. Descubrieron que cada uno tenía algo especial que ofrecer y aprender unos de otros.

Desde ese día, todos los viernes hicieron actividades en parejas diferentes para seguir fortaleciendo sus relaciones y conocimientos. Algunas veces iban al parque a jugar juegos de mesa, otras veces cocinaban juntos recetas deliciosas o visitaban museos.

Juanito aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien solo por sus gustos o habilidades diferentes a las nuestras. La diversidad nos enriquece como personas y nos permite descubrir nuevas cosas maravillosas.

Y así fue como Juanito entendió que no importa si eres bueno en matemáticas o arte, si prefieres leer libros o jugar deportes; lo importante es respetar y valorar las diferencias de cada uno. Juntos, podemos aprender y crecer de maneras sorprendentes.

FIN.

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