Unidos por la lectura


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, dos jóvenes muy especiales: Natalia y Miguel.

Natalia, con su sonrisa radiante y su habilidad para dominar el lenguaje de una manera sorprendente a pesar de estar en silla de ruedas, siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Por otro lado, Miguel, con sus ojos llenos de vivacidad y su talento innato para el arte a pesar de su discapacidad auditiva, veía el mundo de una forma única.

Un día soleado, Natalia decidió recorrer el parque del pueblo para disfrutar del aire fresco y practicar un poco de poesía. Mientras recitaba versos al viento, escuchó unos trazos fuertes y decididos provenientes del otro extremo del parque.

Curiosa, se acercó arrastrando su silla de ruedas hasta descubrir que era Miguel quien estaba pintando un hermoso mural en la pared. "¡Hola! Soy Natalia. ¿Qué estás pintando?", preguntó ella con entusiasmo.

Miguel se giró sorprendido al ver a Natalia acercarse sin hacer ruido. Con gestos rápidos y precisos le explicó que estaba creando un arcoíris gigante lleno de colores brillantes que representaban la diversidad y la alegría del pueblo.

"¡Es increíble! Tú tienes un don maravilloso para el arte", expresó Natalia con admiración en sus ojos. A partir de ese momento, Natalia y Miguel se convirtieron en grandes amigos. Ella le enseñaba poesías e historias que él plasmaba en sus cuadros con detalles asombrosos.

Juntos demostraron que las limitaciones físicas no eran barreras para expresar todo lo bello que llevaban dentro. Sin embargo, un día llegaron noticias preocupantes al pueblo: iban a cerrar la biblioteca por falta de fondos.

Natalia sabía lo importante que era ese lugar para todos los habitantes, así que decidió actuar. Con la ayuda artística de Miguel, organizaron una exposición benéfica donde venderían las obras creadas por ambos para recaudar dinero y salvar la biblioteca.

El evento fue todo un éxito. La gente quedó maravillada por la combinación única entre poesía y arte plasmada en cada cuadro y poema expuestos.

Al finalizar la jornada, lograron recaudar suficiente dinero no solo para mantener abierta la biblioteca sino también para mejorar las instalaciones e incluir más libros accesibles para personas con discapacidades. Natalia y Miguel se abrazaron emocionados al ver cómo juntos habían logrado algo tan grande gracias a sus talentos individuales pero complementarios.

Desde entonces, cada vez que alguien visitaba la biblioteca podía apreciar una placa dedicada a ellos dos como símbolo de inspiración y superación.

Y así, Natalia con su brillantez verbal desde su silla de ruedas y Miguel con su genialidad artística pese a su dificultad auditiva demostraron al mundo entero que las verdaderas limitaciones están solo en nuestra mente; cuando hay voluntad y amor por lo que hacemos ¡todo es posible!

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