Unidos por la melodía


Había una vez en la escuela Tokio Hotel, dos hermanos llamados Bill y Tom. Eran muy talentosos y siempre compartían su música con todos sus compañeros de clase.

Sin embargo, también había un par de brabucones llamados Max y Lucas que siempre buscaban problemas. Un día, mientras Bill y Tom estaban ensayando en el patio de la escuela, Max y Lucas se acercaron a ellos.

Comenzaron a burlarse de su estilo único y a hacer comentarios desagradables sobre su música. Los hermanos se sintieron tristes y desanimados por los comentarios hirientes. En ese momento, Luz y Almi, dos amigas inseparables, vieron lo que estaba ocurriendo desde lejos.

No podían quedarse calladas al ver cómo los brabucones molestaban a Bill y Tom. Luz era una niña valiente y decidida.

Se acercó a los brabucones con determinación en sus ojos e interrumpió su maltrato hacia los hermanos: "-¡Dejen de molestarlos! ¿No tienen algo mejor que hacer?"- exclamó Luz con voz firme. Max y Lucas se quedaron sorprendidos por la valentía de Luz pero no querían parecer débiles frente a ella: "-¿Y qué si nos metemos? ¡Vamos!"- respondió Max retadoramente.

Almi, que también era muy inteligente e ingeniosa, rápidamente intervino antes de que las cosas empeoraran: "-Escuchen chicos, pelear no solucionará nada. Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. Todos merecemos respeto"- dijo Almi con calma.

Max y Lucas se quedaron pensativos por un momento. Nunca antes habían sido confrontados de esa manera. Comenzaron a reflexionar sobre sus acciones y cómo habían lastimado a Bill y Tom. Finalmente, Max decidió disculparse: "-Lo siento, no deberíamos haberlos molestado.

Nos dejamos llevar por la envidia porque ustedes son talentosos"- admitió Max con sincera tristeza. Lucas también se sintió arrepentido y añadió: "-Tienen razón, todos somos diferentes y eso es lo que hace al mundo interesante.

¿Podemos ser amigos?"-Bill y Tom se miraron entre sí sorprendidos pero decidieron darle una oportunidad a los brabucones. "-Está bien, si prometen cambiar su actitud, podemos ser amigos"- respondió Bill con una sonrisa amigable.

A partir de ese día, Max y Lucas aprendieron a apreciar las diferencias de los demás en lugar de burlarse de ellas. Juntos, comenzaron a disfrutar la música de Tokio Hotel e incluso empezaron a tocar instrumentos ellos mismos.

Luz y Almi se convirtieron en grandes amigas tanto para Bill como para Tom. Todos aprendieron una valiosa lección sobre el respeto hacia los demás y cómo nuestras diferencias pueden unirnos en lugar de separarnos.

Desde entonces, la escuela Tokio Hotel fue un lugar donde todos eran aceptados tal como eran. Y todo gracias al coraje y la sabiduría de Luz y Almi para defender lo que era correcto.

Y así termina nuestra historia, recordándonos que siempre debemos valorar las diferencias entre nosotros y buscar el respeto mutuo. Porque, al final del día, todos merecemos ser tratados con amabilidad y comprensión.

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