Unidos por la Naturaleza


En una ciudad bulliciosa y llena de edificios altos, vivía una ardilla llamada Rosita. Rosita era una ardilla muy curiosa y traviesa que le encantaba recorrer los parques y plazas en busca de aventuras.

A pesar de ser tan inquieta, tenía dos grandes amigos que la acompañaban en sus travesuras: una lagartija llamada Lola y un gato llamado Ramiro.

Un día soleado, mientras Rosita saltaba de rama en rama en busca de nueces, se encontró con Lola tomando sol sobre una piedra caliente. "¡Hola Lola! ¿Qué tal tu día?"- preguntó entusiasmada la ardilla. "¡Hola Rosita! Todo tranquilo por aquí, disfrutando del sol. "-De repente, un fuerte maullido interrumpió su conversación.

Era Ramiro el gato que se acercaba corriendo hacia ellas. "¡Amigos! ¡Tienen que venir rápido conmigo! Encontré algo increíble cerca del mercado!"- dijo emocionado el felino. Intrigadas por la emoción de Ramiro, las tres amigas decidieron seguirlo hasta el mercado.

Al llegar, descubrieron que había un árbol frondoso lleno de frutas maduras y apetitosas. Sin embargo, justo debajo del árbol había un grupo de niños malcriados arrojando piedras para intentar derribar las frutas.

Rosita no pudo contener su indignación al ver cómo dañaban la naturaleza sin respeto alguno. Fue entonces cuando recordó algo importante que su abuelita le había enseñado: "Siempre hay que cuidar y proteger a los más débiles".

Con determinación, decidió idear un plan para detener a los niños y salvar el árbol.

"Lola, tú puedes trepar por el tronco y asustar a los niños desde arriba; Ramiro, corre hacia ellos como si fueras un tigre feroz; yo me encargaré de reagarrar las frutas caídas para evitar más daños"- propuso Rosita. El plan funcionó a la perfección.

Lola logró asustar a los niños con sus movimientos rápidos desde lo alto del árbol; Ramiro les dio un buen susto al aparecer entre las sombras como un gran felino salvaje; mientras tanto, Rosita recogía las frutas caídas con rapidez. Los niños sorprendidos salieron corriendo gritando ante aquella inesperada reacción de los animales.

Una vez todo volvió a estar en calma, los tres amigos se sentaron bajo el árbol para compartir las jugosas frutas como premio por haber trabajado juntos para proteger la naturaleza. "Gracias amigos por ayudarme a hacer lo correcto"- dijo emocionada Rosita mientras compartían risas y mordiscos jugosos.

"Juntos demostramos que cuidar nuestro entorno es responsabilidad de todos". Desde ese día, Rosita junto a Lola y Ramiro se convirtieron en guardianes del medio ambiente en la ciudad.

Cada vez que veían alguna situación injusta o peligrosa para la naturaleza intervenían con valentía y astucia para resolverla. Así fue como esta peculiar amistad entre una ardilla traviesa, una lagartija astuta y un gato audaz enseñaron a todos en la ciudad sobre la importancia de trabajar juntos para proteger nuestro hogar común: La Tierra.

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