Unidos por la Paz
Había una vez en una cocina muy especial, donde vivían dos amigos muy peculiares: Arroz y Pepino. Arroz era un grano de arroz muy amable y tranquilo, mientras que Pepino era un pepino verde y juguetón.
A pesar de sus diferencias, se llevaban muy bien y siempre compartían buenos momentos juntos. Un día, mientras la dueña de la casa no estaba, Arroz y Pepino comenzaron a discutir por tonterías.
La discusión se fue intensificando cada vez más hasta que, sin darse cuenta, empezaron a lanzarse cosas uno al otro. Arroz tiraba granos de arroz mientras que Pepino lanzaba rodajas de pepino por todas partes.
La situación se salió de control rápidamente y la cocina quedó hecha un desastre total. Los platos rotos, los ingredientes esparcidos por el piso y todo cubierto en un caos absoluto. Cuando finalmente se detuvieron para observar el desastre que habían causado, ambos amigos sintieron mucha tristeza por lo sucedido.
"¡Oh no! ¿Qué hemos hecho, Arroz?" exclamó Pepino con preocupación. "Lo siento mucho, Pepino. No deberíamos habernos dejado llevar por la pelea", respondió Arroz con remordimiento.
Fue en ese momento que recordaron algo importante: siempre debían aprender a resolver sus diferencias de manera pacífica y respetuosa. Decidieron entonces trabajar juntos para limpiar toda la cocina y reparar todo el daño causado.
Durante horas trabajaron codo a codo, reagarrando los restos de comida del suelo, lavando los platos rotos y ordenando cada rincón de la cocina. A medida que avanzaban en la tarea, conversaban sobre lo importante que era valorar su amistad por encima de cualquier pelea tonta.
Cuando terminaron, la cocina lucía mejor que nunca gracias al esfuerzo conjunto de Arroz y Pepino. Estaban felices de haber solucionado el problema juntos y fortalecido aún más su amistad en el proceso.
Desde ese día en adelante, cada vez que surgía una diferencia entre ellos dos recordaban lo ocurrido en aquella ocasión y buscaban soluciones pacíficas para resolverla. Aprendieron a comunicarse mejor, a escucharse mutuamente y a valorar cada momento compartido como amigos inseparables.
Y así fue como Arroz y Pepino descubrieron que las verdaderas amistades pueden superar cualquier obstáculo si se basan en el respeto, la empatía y la colaboración mutua.
Juntos aprendieron una valiosa lección: no importa cuántas veces puedan pelearse o cometer errores; lo importante es saber perdonar, aprender de ellos e intentar ser mejores personas cada día.
FIN.