Unidos por la valentía



Había una vez en una escuela de un pequeño pueblo, un niño llamado Mateo. Mateo era muy tímido y le costaba mucho trabajo hacer amigos.

Siempre se quedaba solo en el recreo, observando a los demás niños jugar y divertirse. Un día, mientras Mateo miraba con tristeza cómo sus compañeros formaban grupos para jugar al fútbol, una niña llamada Valentina lo notó desde lejos.

Valentina era una niña amable y extrovertida, que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Valentina se acercó a Mateo con una gran sonrisa en el rostro y le dijo: "-Hola, ¿quieres venir a jugar con nosotros?". Mateo se sorprendió por la invitación y asintió tímidamente.

Juntos se dirigieron hacia el grupo de niños que estaban jugando al fútbol. Al principio, Mateo se sentía nervioso y torpe, no estaba acostumbrado a interactuar con sus compañeros de esa manera. Pero Valentina lo alentó y lo apoyó en todo momento.

"-¡Vamos Mateo, tú puedes hacerlo!", exclamaba Valentina cada vez que él tocaba la pelota. Poco a poco, Mateo fue tomando confianza gracias al apoyo de Valentina.

Comenzó a sentirse más cómodo socializando y disfrutando del juego con sus compañeros. Descubrió que no era tan difícil hacer amigos cuando uno se atrevía a dar el primer paso. Desde ese día, Mateo ya no volvió a quedarse solo en el recreo.

Gracias a la amabilidad y la valentía de Valentina, aprendió que superar la timidez era posible si contaba con el apoyo de personas bondadosas como ella.

Y así, entre risas y juegos, Mateo comprendió que la verdadera amistad va más allá de las diferencias y las barreras que uno mismo pueda ponerse. Aprendió que todos tenemos algo especial para compartir con los demás, solo hace falta animarse a mostrarlo. Y colorín colorado este cuento de amistad y valentía ha terminado.

FIN.

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