Uniendo Fuerzas
Había una vez en la ciudad de Metropolis, donde los rascacielos rozaban las nubes y los coches zumbaban de un lado a otro, un grupo de héroes que, aunque muy diferentes entre sí, tenían algo en común: su deseo de ayudar a quienes lo necesitaban.
Un día, el valiente Superman volaba por la ciudad cuando escuchó un susurro: "¡Ayuda!". Al bajar, se encontró con Spider-Man, que estaba tratando de sacar a un pequeño ratón de la alcantarilla.
"¿Qué haces, amigo araña?" - preguntó Superman, intrigado.
"Estoy ayudando a este ratón a salir, pero parece que se asusta y no quiere salir." - respondió Spider-Man mientras trataba de estirar su telaraña hacia el pequeño.
Entonces apareció Fantasma, un nuevo superhéroe que podía volar y hacerse invisible.
"¿Puedo ayudar?" - dijo Fantasma con su voz suave.
"¡Claro!" - exclamó Spider-Man, aliviado de no estar solo.
Fantasma utilizó su habilidad y se hizo invisible, acercándose al pequeño ratón sin asustarlo.
"Hola, pequeño. No te asustes, estoy aquí para ayudarte" - le dijo Fantasma.
El ratón, sintiéndose seguro ante la voz suave, se asomó y dejó que Fantasma lo guíe hacia la salida de la alcantarilla.
"¡Lo logramos!" - gritó Spider-Man, contento.
Cuando el ratoncito estuvo a salvo, de repente se escuchó un estruendo. Un hacker malvado, conocido como el Dr. Pánico, había tomado control de las computadoras de la ciudad y había desatado a todos los robots de limpieza, que ahora estaban arrasando con todo a su paso.
"¡Tenemos que detenerlo!" - gritó Superman.
"Pero no podemos hacerlo solos, necesitamos unir fuerzas" - agregó Spider-Man.
"¡Yo también quiero ayudar!" - se ofreció el ratón, que había escuchado todo.
"¿Tú?" - preguntó Iron Man, que llegó volando al escuchar el alboroto.
"¡Sí! Todos juntos podemos hacer más!" - insistió el ratón con firmeza.
Iron Man se quedó pensativo.
"Tienes razón, pequeño amigo. La fuerza de cada uno de nosotros suma. Vamos a planificar un ataque."
Juntos, los héroes idearon un plan: Fantasma se infiltraría en el edificio del Dr. Pánico para encontrar el servidor principal, Spider-Man usaría su agilidad para distraer a los robots, el ratón se encargaría de desconectar cables peligrosos y Superman volaría alto para asegurarse de que no hubiera más sorpresas del malvado hacker.
La operación comenzó. Fantasma, sigilosamente, se coló en el edificio y comenzó a buscar el servidor.
"¡Aquí está!" - murmuró mientras lo señalaba con su mano.
Spider-Man tomó una gran bocanada de aire y con una acrobacia lanzó telarañas por todo el lugar, confundiendo a los robots.
"¡Miren, hacia aquí!" - gritaba mientras se movía ágilmente entre las máquinas.
El pequeño ratón, concentrado y valiente, se deslizó por los cables, desconectando todo lo que podía.
"¡Esta es la parte más difícil, pero puedo hacerlo!" - se decía a sí mismo.
Finalmente, con un gran esfuerzo, Superman hizo un movimiento casi mágico, destruyendo la antena que mantenía al Dr. Pánico en control de los robots.
"¡Lo tenemos!" - exclamaron todos, emocionados.
Con el ataque frustrado, los robots se detuvieron y el Dr. Pánico fue atrapado.
"¡Increíble trabajo, equipo!" - dijo Iron Man, dándole una palmadita en la cabeza al ratón.
"Siempre he sabido que nadie es demasiado pequeño para ayudar." - sonrió Spider-Man.
Desde ese día, el ratón fue nombrado el nuevo compañero de los héroes y siempre fue bienvenido a su equipo.
"Nunca subestimen a nadie, sin importar su tamaño!" - concluyó Superman mientras miraba a sus amigos con orgullo.
Y así, uniendo fuerzas, estos extraordinarios amigos demostraron que la verdadera heroica radica en colaborar y alentarse mutuamente, y que, al final del día, todos pueden ser héroes, sin importar su tamaño o poderes.
Y colorín colorado, esta aventura ha terminado.
FIN.