Unión contra el acoso



Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, una niña llamada Sofía. Sofía vivía en una casa humilde con su madre, quien trabajaba largas horas como empleada doméstica para poder mantener a la familia.

A pesar de tener tan solo 8 años, Sofía tenía que ocuparse de muchas tareas en casa y cuidar de su hermanito menor. Sofía no lo pasaba bien en la escuela.

Era víctima de burlas y maltratos por parte de sus compañeros. Su autoestima estaba por el piso y cada día se sentía más sola y triste.

Un día, mientras volvía a casa después de otro día difícil en la escuela, Sofía se encontró con su vecina del segundo piso, la señora Marta. La señora Marta era una mujer mayor, amable y siempre dispuesta a ayudar a los demás. "Hola Sofi ¿cómo estás?" -saludó la señora Marta con una sonrisa cálida.

Sofía bajó la mirada y murmuró un —"hola"  apenas audible. La señora Marta notó enseguida que algo no andaba bien con la niña y decidió invitarla a tomar unos mates en su departamento. Una vez adentro, le ofreció unas galletitas caseras y comenzaron a charlar.

"¿Qué te pasa, Sofi? Se te ve muy triste. " -preguntó preocupada la señora Marta. Sofía finalmente rompió en llanto y le contó todo lo que estaba viviendo tanto en casa como en la escuela.

La señora Marta escuchaba atentamente sin juzgarla, solo mostrando comprensión y empatía hacia ella. La señora Marta decidió entonces tenderle una mano a Sofía.

Le propuso que cada tarde después de clases fuera a su casa para ayudarla con las tareas del hogar y así tener un lugar seguro donde refugiarse y sentirse querida. Los días pasaron y Sofía comenzó a sentirse mejor gracias al apoyo incondicional de la señora Marta.

Esta última también habló con la directora del colegio para poner fin al acoso escolar que sufría Sofi. Con el tiempo, Sofía empezó a recuperar su confianza en sí misma. Ya no se sentía sola ni desprotegida porque sabía que contaba con el cariño y respaldo de su vecina.

Finalmente, llegó el día en que los compañeros de clase de Sofi pidieron disculpas por haberla tratado mal e incluso se convirtieron en sus amigos. La transformación que experimentó esta pequeña gracias al amor desinteresado de su vecina fue asombrosa.

Sofi aprendió muchas lecciones valiosas durante ese proceso: descubrió el poder sanador del apoyo emocional, entendió la importancia de pedir ayuda cuando uno está atravesando momentos difíciles y comprendió que siempre hay personas dispuestas a tender una mano sin esperar nada a cambio.

Desde entonces, Sofi supo que nunca más estaría sola porque había encontrado un verdadero tesoro: el valor incalculable del amor genuino brindado por otra persona.

FIN.

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