Unión de Colores y Amor


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colorearte, la escuela Colorín Colorado, donde los niños y niñas pasaban sus días jugando, aprendiendo y creciendo juntos.

Las educadoras infantiles eran amorosas y dedicadas, siempre buscando nuevas formas de enseñar y hacer felices a los pequeños. Un día, llegó una noticia que entristeció a todos en la escuela: se anunció que debido a problemas financieros, la escuela Colorín Colorado cerraría sus puertas al finalizar el curso.

Las familias y las educadoras estaban desoladas. No podían imaginar un futuro sin la querida escuela. -¡No puede ser! ¡No podemos dejar que cierren la escuela! -exclamó la Seño Ana, una de las educadoras más antiguas y queridas por todos.

Los niños también se enteraron de la noticia y se pusieron tristes al pensar que tendrían que separarse de sus amigos y maestras. Pero entre ellos surgió una idea brillante.

-¡Vamos a hacer algo para salvar nuestra escuela! -dijo Valentina, una niña muy creativa e ingeniosa. Así comenzó su plan.

Los niños organizaron rifas, ventas de pasteles, recitales de poesía y hasta un festival artístico en el parque del pueblo para recaudar fondos y llamar la atención sobre su amada escuela. Las familias colaboraron con entusiasmo, difundiendo la noticia por todo el pueblo y uniéndose a las actividades para salvar Colorín Colorado. Poco a poco, el mensaje llegó lejos.

Personas de otras localidades se sumaron a la causa donando materiales escolares, libros e incluso ofreciendo ayuda económica para evitar el cierre de la escuela. La comunidad se unió como nunca antes lo había hecho.

Todos trabajaban juntos hacia un objetivo común: mantener abiertas las puertas de la Escuela Colorín Colorado para que los niños pudieran seguir aprendiendo y creciendo en ese ambiente tan especial que habían creado juntos. Finalmente, llegó el día en que se anunciaba si la escuela cerraría o permanecería abierta.

Con nerviosismo e ilusión, todos se reunieron en el patio principal para conocer la decisión final.

La directora tomó el micrófono y mirando a todos los presentes con una sonrisa emocionada dijo:-Gracias al esfuerzo conjunto de todas las familias, educadoras y personas solidarias que nos apoyaron, me alegra anunciar que ¡la Escuela Colorín Colorado seguirá abierta! Un grito de alegría estalló entre los presentes. Los niños saltaban de emoción mientras las lágrimas rodaban por las mejillas de algunos padres y educadoras.

Desde ese día en adelante, nadie volvió a dudar del poder de trabajar juntos por una causa justa. La Escuela Colorín Colorado siguió siendo un lugar lleno de risas, juegos e infinitas posibilidades para cada niño que pasaba por allí.

Y así fue como en Colorearte aprendieron que cuando se lucha con amor y determinación por algo importante, no hay obstáculo demasiado grande que no pueda superarse.

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