Unión en Arte


Había una vez, en la hermosa comunidad rural de La Unión, un grupo de niños llamados Martina, Juanito y Sofía. Ellos eran los mejores amigos y siempre buscaban aventuras juntos.

Pero había algo que les inquietaba: la leyenda del espectro que se decía habitaba en una casa abandonada. Todos los adultos del pueblo contaban historias sobre este espectro misterioso que asustaba a todos aquellos que osaran acercarse a la casa abandonada.

Los niños escuchaban atentamente cada palabra y su imaginación volaba sin control. Soñaban con desvelar el misterio y demostrarle al pueblo entero que no había nada qué temer.

Un día, mientras exploraban el bosque cercano, Martina encontró un antiguo mapa enredado entre las ramas de un árbol. Era un mapa que parecía indicar cómo llegar hasta la casa abandonada. Emocionados por esta nueva pista, los tres amigos decidieron seguirlo y descubrir qué escondía aquella casa.

Siguiendo el mapa paso a paso, llegaron finalmente a la puerta de la misteriosa vivienda. El corazón de los niños latía con fuerza mientras dudaban si debían entrar o no. Pero su valentía pudo más y empujaron lentamente la puerta para adentrarse en lo desconocido.

Dentro de la casa encontraron polvo acumulado por años y telarañas colgando del techo oscuro. Caminando sigilosamente por el pasillo principal, notaron una luz tenue proveniente de una habitación al final del corredor.

Se miraron entre ellos con determinación e ingresaron cautelosamente. Para su sorpresa, lo que encontraron en lugar del temido espectro fue un anciano llamado Don Emilio. Estaba sentado en una silla, rodeado de libros y pinturas. Su rostro reflejaba tristeza y soledad.

- ¿Quién eres? - preguntó Juanito con curiosidad. El anciano levantó la mirada y los observó con ternura.

Les contó que había vivido allí desde hace mucho tiempo, pero que el pueblo le temía debido a su aspecto solitario y a la leyenda del espectro que se había difundido erróneamente. - Soy un viejo artista - dijo Don Emilio -, me encanta pintar paisajes hermosos y escribir historias emocionantes. Pero todos aquí me tienen miedo por mi apariencia.

Los niños escuchaban atentamente las palabras de Don Emilio y sintieron compasión por él. Decidieron hacer algo para cambiar la percepción del pueblo sobre aquel hombre amable y talentoso.

Martina, Juanito y Sofía organizaron una exposición de arte en el centro comunitario, donde presentaron todas las obras maestras de Don Emilio. Invitaron a cada persona del pueblo a asistir sin mencionar quién era el autor de las pinturas. Cuando los vecinos vieron las increíbles creaciones expuestas, quedaron maravillados.

No podían creer que alguien tan talentoso hubiera estado escondido todo este tiempo en aquella casa abandonada. Don Emilio recibió el reconocimiento que merecía por su arte y finalmente fue aceptado por toda La Unión como parte valiosa de la comunidad.

Los niños aprendieron una gran lección sobre la importancia de no juzgar a las personas por su apariencia y de siempre dar una oportunidad para conocerlas.

Desde aquel día, La Unión se convirtió en un lugar lleno de tolerancia y respeto. Y los niños, Martina, Juanito y Sofía, siguieron siendo amigos inseparables que siempre buscarían aventuras juntos, pero ahora con la sabiduría de haber aprendido a valorar a todos sin prejuicios ni miedos infundados.

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