Unión en el Bosque
Había una vez en un hermoso bosque de Argentina, una alegre cigarra llamada Carlota. Carlota era conocida por su dulce canto que alegraba las mañanas y tardes de todos los animales del bosque.
Un día, mientras Carlota cantaba despreocupadamente entre las ramas de un árbol, se dio cuenta de que el invierno estaba muy cerca. El viento frío soplaba cada vez más fuerte y las hojas comenzaban a caerse.
Preocupada por cómo sobrevivir al duro invierno, decidió buscar comida para almacenarla. Carlota voló hasta la entrada de una cueva escondida entre los árboles y encontró a Antonia, una hormiga trabajadora y organizada que vivía allí.
La hormiga estaba ocupada llevando pequeños granos al interior de la cueva. - ¡Hola Antonia! -saludó Carlota con entusiasmo-. ¿Podrías ayudarme a encontrar comida para el invierno? No sé cómo hacerlo. Antonia miró a Carlota con simpatía y le dijo:- Claro que sí, querida amiga.
Ven conmigo y te enseñaré cómo recolectar alimentos para sobrevivir el invierno. Las dos amigas se adentraron en el bosque en busca de comida.
Antonia mostró a Carlota dónde podían encontrar semillas, frutas y hojas secas que podrían almacenar para cuando llegara el frío. Trabajaron juntas durante días recolectando toda la comida posible. Una tarde, mientras buscaban más alimentos cerca del río, escucharon un débil llanto proveniente del agua. Se acercaron y encontraron a una pequeña tortuga atrapada entre unas ramas.
- ¡Ayuda! -suplicó la tortuguita-. No puedo salir de aquí, por favor, ayúdenme. Carlota y Antonia no dudaron ni un segundo en ayudar a la tortuga. Juntas lograron liberarla y llevarla hasta la orilla del río.
La tortuga les agradeció con lágrimas de alegría y les dijo que siempre estaría en deuda con ellas. Con el corazón lleno de felicidad por haber salvado a alguien más, Carlota y Antonia regresaron al bosque para seguir recolectando comida.
Pero cuando llegaron a su cueva, se dieron cuenta de que habían dejado abierta la entrada sin darse cuenta.
Entraron rápidamente pero descubrieron que todos los alimentos que habían recolectado se habían perdido o había sido robados por otros animales hambrientos del bosque. - Oh no... ¿qué vamos a hacer ahora? -dijo Carlota desesperada-. No tenemos comida suficiente para sobrevivir al invierno. Antonia miró fijamente a Carlota y le respondió:- No te preocupes, amiga mía.
Aunque hayamos perdido nuestra comida, hemos aprendido algo muy valioso: nunca debemos dejar las puertas abiertas sin cuidado. Ahora sabemos qué hacer para el próximo invierno. Las dos amigas decidieron ir en busca de ayuda entre los demás animales del bosque.
Contaron su historia y pronto recibieron el apoyo de todos ellos. Cada uno contribuyó con su propia comida para asegurarse de que nadie pasara hambre durante el invierno.
Así, gracias a la solidaridad y el trabajo en equipo, todos los animales del bosque pudieron sobrevivir al duro invierno. Carlota aprendió la importancia de la planificación y el cuidado, mientras que Antonia descubrió lo valioso de ayudar a los demás.
Desde aquel día, cada vez que Carlota cantaba entre las ramas de los árboles, recordaba con gratitud a su amiga Antonia y a todos los animales del bosque que habían demostrado que juntos podían superar cualquier adversidad.
FIN.