Unión en el Jardín



Había una vez en un hermoso jardín, dos flores muy especiales que eran grandes amigas: Margarita y Rosa.

Margarita era una flor blanca con pétalos suaves como el algodón, mientras que Rosa era una flor rosada con un aroma delicioso que alegraba a todos los que pasaban por el jardín. Un día soleado, Margarita y Rosa decidieron ir de paseo por el jardín para explorar y descubrir nuevas aventuras.

Estaban emocionadas de pasar tiempo juntas fuera de sus macetas y disfrutar del sol y la brisa primaveral. - ¡Qué lindo es estar afuera! - exclamó Margarita mientras giraba contenta bajo los rayos del sol.

- Sí, es maravilloso sentir la brisa acariciando nuestros pétalos - respondió Rosa, emanando su dulce fragancia. Las dos amigas caminaron por el jardín, observando las otras flores y saludando a los animalitos que jugaban entre los arbustos. De repente, escucharon un ruido proveniente del bosque cercano.

Era un pequeño gorrión atrapado entre las ramas de un árbol. - ¡Oh no, ese pajarito necesita ayuda! Debemos hacer algo - dijo preocupada Margarita. Sin dudarlo, Margarita extendió sus tallos hacia el árbol y logró liberar al gorrión atrapado.

El pequeño pájaro revoloteó felizmente alrededor de las dos flores en agradecimiento antes de volar libre hacia el cielo azul. - ¡Lo logramos! Qué bueno poder ayudar a alguien que lo necesitaba - exclamó Rosa con orgullo.

Margarita sonrió satisfecha y continuaron su paseo por el jardín. Sin embargo, pronto se encontraron con un obstáculo: un arroyo cristalino separaba su camino hacia la pradera donde querían llegar.

- ¿Cómo cruzaremos este arroyo? No podemos mojarnos los pies - se lamentó Rosa mirando hacia el otro lado preocupada. Pero Margarita no se dio por vencida. Con determinación, buscó una rama caída cerca del arroyo y la colocó como puente para que pudieran cruzarlo sin problemas.

Las dos amigas caminaron con cuidado sobre la rama hasta llegar sanas y salvas al otro lado del arroyo. - ¡Lo logramos otra vez! Juntas podemos superar cualquier obstáculo - afirmó Margarita abrazando a su amiga floral.

Finalmente, llegaron a la pradera donde se extendía un manto verde salpicado de coloridas flores silvestres bailando al ritmo del viento. Se sentaron allí disfrutando del paisaje cuando vieron caer una gota de lluvia desde el cielo despejado. - Parece que va a llover...

deberíamos volver a casa antes de que nos mojemos demasiado - sugirió Rosa mirando hacia arriba con preocupación. Asintiendo en acuerdo, las dos amigas emprendieron el regreso a sus macetas en el jardín antes de que la lluvia las sorprendiera en medio del camino.

Llegaron justo a tiempo para resguardarse bajo el techo protector de la galería frente a sus casitas florales mientras la lluvia refrescaba todo a su alrededor. - Ha sido un día increíble gracias a ti, mi querida amiga Margarita.

Aprendimos mucho trabajando juntas para ayudarnos mutuamente - expresó emocionada Rosa abrazando tiernamente a su compañera floral.

Y así terminó aquel inolvidable día en el cual dos simples flores demostraron que la verdadera amistad puede superarlo todo cuando se trabaja en equipo con amor y solidaridad en cada paso del camino compartido en este bello jardín lleno de vida y color.

FIN.

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