Unión en la aventura



Solitario era un pollito muy especial. A pesar de haber nacido con una sola pata y de haber sido herido por un travieso ratón, no perdía su alegría ni su espíritu aventurero.

Desde pequeño, Solitario tenía que esforzarse el doble para poder caminar y jugar como los otros pollitos de la granja. A veces se sentía triste al ver cómo los demás corrían y saltaban sin dificultad, mientras él debía ingeniárselas para no caerse.

Un día, mientras daba tumbos por el corral, Solitario escuchó una vocecita proveniente del otro lado de la cerca. Era Trufa, una simpática conejita que había visto a Solitario desde lejos y quería ayudarlo. "¡Hola! Soy Trufa.

Veo que tienes problemas para caminar, ¿necesitas ayuda?" -dijo la conejita con amabilidad. Solitario se sintió sorprendido pero feliz de tener compañía. Juntos empezaron a idear maneras creativas para que Solitario pudiera desplazarse más fácilmente por el corral.

Trufa le enseñó a hacer equilibrio sobre una pelotita de heno y a usar palitos como muletas improvisadas. Los días pasaron y Solitario mejoraba cada vez más en sus habilidades.

Ya no se sentía tan diferente a los demás animales de la granja; al contrario, se había convertido en una inspiración para muchos por su valentía y determinación.

Una mañana soleada, mientras exploraban juntos un rincón del campo, Solitario y Trufa encontraron algo brillante entre las flores: era una medalla dorada con la inscripción "Al más valiente". Sin dudarlo un segundo, Trufa se la colocó a Solitario en su única patita. "¡Eres el pollito más valiente que he conocido! Te lo mereces", exclamó Trufa emocionada.

Solitario sintió cómo el calor del sol acariciaba sus plumas y cómo la brisa jugueteaba con ellas.

Se dio cuenta de que aunque solo tuviera una pata física, tenía un corazón enorme lleno de amor y gratitud hacia aquellos que lo habían apoyado en todo momento. A partir de ese día, Solitario ya no se sentía solito nunca más. Tenía a Trufa como amiga inseparable y a todos los animales de la granja admirándolo por su fortaleza interior.

Y es que aprendió que las verdaderas limitaciones están en nuestra mente; si tenemos voluntad y amigos fieles como Trufa, ¡podemos lograr cualquier cosa! Y así fue cómo el pollito llamado solitario demostró al mundo entero que no importa cuántas patas tengamos o cuán diferentes nos veamos: lo importante es tener coraje para enfrentar los desafíos y amor para compartir con quienes nos rodean.

FIN.

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