Unión en Salinas
En un pequeño pueblo de Ecuador llamado Salinas, vivía una niña llamada Valentina. Valentina era conocida por su amabilidad y alegría, siempre dispuesta a ayudar a los demás y a hacer nuevos amigos.
Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Valentina encontró a un niño que parecía perdido.
Se acercó a él con una sonrisa y le preguntó:- ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda? El niño miró a Valentina con tristeza en sus ojos y le contó que se sentía solo y no sabía cómo regresar a su casa. Valentina sintió empatía por él y decidió acompañarlo hasta encontrar el camino de vuelta.
Mientras caminaban juntos, el niño le confesó a Valentina que se sentía diferente de los demás niños del pueblo. No hablaba como ellos ni se vestía igual. Valentina lo escuchó atentamente y le dijo:- Todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace únicos e especiales.
Lo importante es ser uno mismo y no tener miedo de mostrar nuestra verdadera identidad. El niño sonrió por primera vez en mucho tiempo y agradeció a Valentina por su amabilidad y sabias palabras.
Desde ese día, se convirtieron en grandes amigos y pasaban horas jugando juntos en el parque. Un mes después, Salinas fue golpeado por una fuerte tormenta que causó daños en muchas casas del pueblo.
Valentina decidió organizar un grupo de voluntarios para ayudar a limpiar y reconstruir las viviendas afectadas. - ¡Vamos chicos! Es nuestro deber como seres humanos ayudar a quienes más lo necesitan -les dijo Valentina con determinación. Gracias al esfuerzo conjunto de Valentina y sus amigos, el pueblo de Salinas volvió a brillar con fuerza.
La solidaridad y la responsabilidad demostradas por los habitantes inspiraron a otros pueblos cercanos a unirse para apoyarse mutuamente en momentos difíciles.
Valentina comprendió entonces que la verdadera amistad va más allá de jugar juntos o reírse; implica estar presente cuando más se necesita, apoyarse incondicionalmente y trabajar juntos para construir un mundo mejor.
Y así, entre risas, juegos y grandes desafíos superados juntos, Valentina aprendió la importancia de ser humana, mantener su identidad única, asumir responsabilidades con amorosidad hacia los demás e impulsar la amistad sincera como motor para transformar realidades adversas en oportunidades llenas de esperanza.
FIN.