Unión salvaje
En lo más profundo de la imponente montaña vivía un grupo de lobos salvajes. Eran criaturas majestuosas, con pelaje gris plateado y ojos brillantes como la luna llena.
Su líder era un lobo anciano llamado Gris, quien siempre velaba por el bienestar de su manada. Un día, mientras los lobos cazaban en el bosque cercano, escucharon el sonido de un hacha cortando madera.
Intrigados, se acercaron sigilosamente y descubrieron a un leñador trabajando cerca del río que cruzaba la montaña. El hombre se llamaba Mateo y estaba talando árboles para construir su cabaña. Los lobos observaron con cautela al leñador durante días, preguntándose si representaba una amenaza para su hogar en la montaña.
Sin embargo, Mateo nunca les hizo daño ni intentó invadir su territorio. Al contrario, dejaba comida junto al río para los animales del bosque e incluso cuidó a una cría de ciervo herida que encontró.
Un noche oscura y tormentosa, la lluvia caía sin piedad sobre la montaña y el río creció peligrosamente rápido. Los lobos sintieron miedo por sus cachorros y buscaron refugio en lo alto de la montaña.
Pero cuando Gris contó a todos los miembros de su manada notaron que faltaba uno: Luna, una loba joven que había quedado atrapada al otro lado del río crecido. "¡Debemos ayudar a Luna! ¡Es parte de nuestra familia!", exclamó Gris con determinación.
Los lobos miraron hacia el leñador Mateo con desconfianza, pero sabían que debían dejar atrás sus diferencias si querían salvar a Luna. Se acercaron al hombre y comenzaron a emitir sonidos lastimeros para llamar su atención.
"¿Qué pasa? ¿Necesitan ayuda?", preguntó Mateo sorprendido al ver a los lobos comunicarse con él. Con gestos rápidos e inteligentes, los lobos indicaron a Mateo que siguiera hacia el río y cruzara junto a ellos por un puente improvisado que habían formado con troncos caídos.
El agua rugía furiosa bajo ellos mientras avanzaban hacia donde Luna estaba atrapada en una roca rodeada por corrientes violentas. Con valentía y trabajo en equipo lograron rescatar a Luna justo antes de que las aguas arrastraran todo consigo.
La loba joven estaba asustada pero ilesa gracias al esfuerzo conjunto entre humanos y animales. —"Gracias" , dijo Gris mirando fijamente a Mateo con gratitud en sus ojos ambarinos.
El leñador asintió con humildad y les prometió no volver nunca más a talar árboles cerca de la montaña. Desde ese día, lobos y humano aprendieron a convivir en armonía compartiendo el bosque y protegiendo juntos la belleza natural que los rodeaba.
La historia del rescate de Luna se convirtió en leyenda entre los habitantes del bosque e inspiró generaciones futuras a respetar todas las formas de vida en nuestro planeta Tierra.
FIN.