Unión y amistad



En un bosque encantado vivían muchos conejitos que adoraban correr y saltar por todos lados. Eran conocidos como los conejitos veloces, ya que siempre estaban en movimiento y llenos de energía.

Uno de ellos se llamaba Pancho, un conejito muy travieso y curioso que siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, Pancho decidió organizar una carrera con todos sus amigos conejitos.

Les propuso recorrer todo el bosque en busca de la zanahoria dorada, una zanahoria mágica que concedería un deseo especial al ganador de la carrera. Todos los conejitos se emocionaron con la idea y se prepararon para la gran competencia. -¡Atención, amigos! -exclamó Pancho desde lo alto de un tronco-.

El primero en encontrar la zanahoria dorada podrá pedir el deseo que quiera. ¿Están listos? -¡Sííí! -gritaron emocionados los conejitos. Y así comenzó la carrera. Los conejitos corrían a toda velocidad entre los árboles, saltando troncos y esquivando ramas.

Pancho iba liderando el grupo, seguido muy de cerca por Margarita, una conejita muy veloz y astuta. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del claro del bosque.

Era un lobo hambriento que había olfateado la deliciosa fragancia de la zanahoria dorada y se acercaba rápidamente hacia ellos. -¡Cuidado chicos! ¡Es el lobo feroz! -gritó Pancho mientras aceleraba el paso. Los conejitos asustados redoblaron sus esfuerzos para escapar del lobo.

Corrían tan rápido como podían, zigzagueando entre los árboles para despistar al depredador. Finalmente lograron despistarlo y continuaron su búsqueda hacia la zanahoria dorada. Después de mucho correr y sortear obstáculos, llegaron a una hermosa pradera donde encontraron brillando bajo el sol...

¡la zanahoria dorada! -¡Lo logramos! -exclamó Margarita emocionada-. Ahora podemos pedir nuestro deseo. Todos los conejitos formaron un círculo alrededor de la zanahoria dorada y cerraron los ojos para pedir su deseo en silencio.

Cuando abrieron los ojos nuevamente, vieron cómo la zanahoria se transformaba en una fuente mágica que les concedía tres deseos a cada uno.

Los conejitos pidieron cosas maravillosas como salud para sus familias, comida abundante en el bosque e incluso algunos deseos divertidos como poder volar por unos minutos o tener superpoderes temporales. Finalmente, todos celebraron juntos su victoria compartiendo risas y alegría por haber superado juntos tantas adversidades en su camino hacia la zanahoria dorada.

Desde ese día, los conejitos aprendieron que trabajar en equipo y ayudarse mutuamente era clave para alcanzar sus metas más grandes. Y así siguieron corriendo y saltando por el bosque encantado, disfrutando cada momento juntos con amor y amistad infinita.

FIN.

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