Úrsula y el Secreto de los Alcornocales
Había una vez una niña curiosa llamada Úrsula, con ojos llenos de asombro y una risa contagiosa. Un día soleado, decidió aventurarse en el mágico parque natural de los Alcornocales. Este lugar estaba lleno de árboles antiguos, senderos serpenteantes y secretos por descubrir.
Mientras caminaba, Úrsula se sorprendió al ver un árbol gigante que parecía hablarle. Era un alcornoque muy viejo y sabio, con hojas brillantes y retorcidas ramas. Se acercó lentamente y le dijo:
"Hola, pequeño ser. Soy el viejo Alcornoque. ¿Qué te trae por aquí?"
Úrsula, emocionada, contestó:
"¡Hola! Vine a explorar este lugar mágico. ¿Tienes algún secreto que contarme?"
El viejo árbol sonrió con complicidad y respondió:
"Tengo un secreto, pero solo te lo contaré si me demuestras tu valentía al adentrarte en el corazón del bosque. Hay un sendero que lleva a un lugar especial, pero solo los más valientes pueden encontrarlo."
Intrigada, Úrsula se adentró más en el parque, siguiendo un sendero cubierto de hojas brillantes. De repente, escuchó un ruido extraño. Era un pequeño ciervo atrapado en unas ramas.
"¡Ayuda, por favor!"
Exclamó el ciervo.
Úrsula, valiente y decidida, se acercó y dijo:
"No te preocupes, ¡te ayudaré!"
Con cuidado, comenzó a liberar al ciervo de las ramas.
"Gracias, eres muy amable. Soy Lúcido, el guardián del bosque. Como agradecimiento, te mostraré el camino al lugar especial."
Juntos siguieron un camino lleno de flores brillantes y mariposas danzantes. Finalmente, llegaron a un claro deslumbrante rodeado de luz.
"Este es el Lago de los Sueños," explicó Lúcido.
"Aquí los sueños se hacen realidad. Puedes pedir un deseo, pero recuerda, debe ser algo bueno para ti y para los demás."
Úrsula miró el tranquilo lago y pensó en su deseo.
"Quiero que todos los niños del mundo puedan disfrutar de la naturaleza como yo lo hago ahora."
En ese instante, el lago brilló intensamente y una suave brisa recorrió el bosque. Lúcido sonrió.
"¡Ese es un deseo maravilloso, Úrsula! La naturaleza te recompensará por tu bondad."
Con el tiempo, Úrsula regresó a su hogar, llevándose en su corazón los maravillosos secretos del bosque. Desde ese día, cada vez que jugaba en la naturaleza, recordaba su especial aventura.
Años después, Úrsula decidió convertirse en defensora del medio ambiente, compartiendo su historia con otros niños para que también aprendieran a cuidar y amar la naturaleza.
- “La naturaleza es un tesoro, debemos protegerla,” solía decir.
Y así, el legado de su deseo vivió en cada rincón, ya que muchos, inspirados por su aventura, comenzaron a cuidar del planeta que tanto amaban.
Y así, el ecosistema del parque Alcornocales prosperó, y los sueños de Úrsula se hicieron realidad, llenando el mundo de alegría y amor hacia la naturaleza.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.