Vacaciones de Sabiduría



En un pequeño pueblo, donde las calles eran de tierra y las casas parecían pintadas con colores de arcoíris, vivía una chica llamada Sofía. Tenía 16 años y siempre había sido una estudiante aplicada. Sin embargo, cuando sus amigos comenzaron a hablar sobre las vacaciones de verano, ella tenía otros planes.

- Este año no quiero perder el tiempo - dijo Sofía a su madre, mientras ayudaba a preparar el almuerzo. - Quiero aprender algo nuevo.

Su mamá la miró con una sonrisa, sabiendo que la dedicación de su hija era admirable, pero también le preocupaba que se olvidara de disfrutar su juventud.

- Sofía, cariño, ¡también está bien divertirse! - le respondió. - Pero, ¿qué es lo que te gustaría aprender?

Sofía pensó y pensó, hasta que se le ocurrió.

- ¡Quiero aprender a tocar el piano! Nunca he tenido la oportunidad, pero siempre me ha fascinado.

Su madre asintió y la apoyó en su decisión. Sin embargo, las vacaciones no solo implicaban aprender por cuenta propia. Desde temprano, Sofía tenía que ayudar a su padre en el taller de carpintería, donde él fabricaba muebles. Aunque le gustaba, a veces le resultaba agotador.

Un día, después de acabar con el trabajo en el taller, Sofía se sentó frente a un viejo piano que estaba en el rincón de su casa, cubierto por una tela. Sacó el polvo, lo abrió y empezó a tocar algunas notas al azar.

- ¡Sofía, que bien suena! - gritó su hermano menor, Mateo, que entró al cuarto hecho una bolita de energía. - ¿Me enseñás?

Sofía sonrió ante la curiosidad de su hermano.

- ¡Claro! Pero primero, tengo que aprender algo yo - respondió con entusiasmo.

Así, dedicó las tardes a estudiar música con la ayuda de videos en internet, mientras también cumplía con sus obligaciones en casa. Pero, a pesar de su dedicación, había días que se sentía frustrada porque le costaba coordinar las manos o entender las notas.

- ¡Esto es más difícil de lo que parece! - exclamó un día, dejando caer las manos sobre las teclas.

La abuela de Sofía, que estaba leyendo en el sillón, la escuchó y decidió intervenir.

- Recuerda, Sofía, que la práctica hace al maestro. Cada día que lo intentas, te vuelves un poco mejor.

Motivada por las palabras de su abuela, Sofía se levantó y volvió a intentarlo. Los días pasaban y, aunque había momentos de duda, ella no se rindió.

Una tarde, mientras Sofía tocaba una melodía sencilla, sus amigos llegaron a visitarla, después de haber estado jugando todo el día.

- ¡Sofía, no te quedes encerrada! - le dijeron con risas. - Ven con nosotros.

Pero ella, decidida, respondió:

- Estoy aprendiendo a tocar el piano. Si ustedes quieren, pueden quedarse y escucharme. ¡Están invitadísimos!

Al principio dudaron, pero pronto se acomodaron en el sillón y empezaron a aplaudir cada vez que Sofía lograba tocar una parte de la canción. La música llenó la casa de alegría y sus amigos se dieron cuenta de lo mucho que había mejorado.

- ¡No sabía que eras tan talentosa! - exclamó una de sus amigas. - Deberías hacer un recital.

Esa idea quedó rondando en la cabeza de Sofía, y después de pensarlo mucho, decidió que organizaría un pequeño recital en su casa para mostrar lo que había aprendido. La semana siguiente, convocó a amigos y familiares, y el día del recital, su corazón latía con fuerza.

- ¡Bienvenida al escenario! - dijo Mateo, emocionado, mientras Sofía se sentaba en el piano.

Miró a su público, sonrió y empezó a tocar una hermosa melodía. Al terminar, fue recibida por un explosivo aplauso.

- ¡Sofía, sos increíble! - le gritaron sus amigos.

Sofía se sintió feliz y satisfecha. Había aprendido algo nuevo, cumplido con sus responsabilidades y compartido alegría con sus seres queridos.

Las vacaciones terminaron, y cuando volvió a la escuela, no solo había ganado nuevas habilidades, sino que también había fortalecido lazos con su familia y amigos.

- ¿Viste, Sofía? - le dijo su madre al volver a casa. - A veces, los mejores momentos son aquellos que compartimos mientras seguimos nuestros sueños.

Sofía sonrió, recordando que el conocimiento es una aventura, y que simpatizar con sus seres queridos había sido la mejor parte de todo. Y así, comenzó el nuevo ciclo escolar con varias historias que contar y música en su corazón.

FIN.

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