Vacaciones en el Bosque Embrujado



Era una mañana soleada en el pueblo de Valle Verde. Los niños estaban emocionados porque comenzó el período de vacaciones. Entre ellos, estaban Sofía, Tomás y su fiel amigo, un perro llamado Rocco. Ese día, los tres amigos decidieron aventurarse a un lugar nuevo, el Bosque Embrujado, un espacio lleno de leyendas y misterios que los adultos solían contarles. Aunque advertidos de no ir, la curiosidad era más fuerte.

Sofía, siempre la más intrépida del grupo, dijo:

"¡Vamos al Bosque Embrujado! Seguro que es solo un montón de historias."

Tomás, un poco más precavido, respondió:

"No sé, Sofía. Dicen que hay árboles que susurran. Tal vez deberíamos quedarnos en el parque."

Rocco, con su cola moviéndose, ladró alegremente. Eso fue suficiente para que los amigos decidieran ir.

Al entrar al bosque, se dieron cuenta de que era aún más hermoso de lo que habían imaginado. Los árboles eran altísimos y sus hojas brillaban con colores que nunca habían visto. De pronto, escucharon un suave susurro en el aire.

"¿Escuchan eso?" - preguntó Sofía, mirando a sus amigos con ojos grandes.

"¿Qué será?" - respondió Tomás, sintiendo una mezcla de miedo y emoción.

Mientras se adentraban, encontraron un camino cubierto de flores brillantes. Sofía se agachó para oler una.

"¡Huele a miel!" - exclamó.

Tomás la siguió, pero justo cuando estaba a punto de oler otra flor, un brillo intenso los iluminó. En el centro del camino apareció un pequeño duende con un gorro puntiagudo.

"¡Hola, aventureros! Soy Duendecillo Tilo, guardián del bosque. ¿Qué buscan aquí?"

Sofía sonrió y respondió:

"Estamos en vacaciones y queríamos explorar."

"¡Bienvenidos! Pero tengan cuidado, hay cosas misteriosas en el bosque."

Intrigados, siguieron a Tilo. Al avanzar, escucharon un ruido extraño. Era una serpiente de colores brillantes atrapada entre las raíces de un árbol.

"Ayuda, por favor, no puedo salir de aquí!" - decía la serpiente.

"¿Se ayudaría a una serpiente?" - preguntó Tomás, dudoso.

"Sí, ¡debemos hacerlo!" - afirmaba Sofía.

Dudando, pero con una chispa de valentía, los amigos se acercaron y comenzaron a deshacer las raíces que aprisionaban a la serpiente.

"¡Gracias! Soy Serpiente Seraphina. Como recompensa, les daré tres deseos. Pero piensen muy bien antes de decirlos."

Los amigos se miraron asombrados. Pensaron en sus deseos. Sofía deseó aventuras eternas, Tomás pidió que no hubiera miedo y Rocco, emocionado, deseó un hueso gigante.

De pronto, un viento suave sopló y los deseos se hicieron realidad, llevándolos a un mundo mágico lleno de criaturas fantásticas.

Sin embargo, no eran los únicos en el bosque. Un dragón, que había escuchado sus deseos, se acercó. Era un dragón triste que alejó a todos los visitantes del bosque.

"¿Por qué están aquí?", preguntó con una voz profunda, mientras su mirada mostraba soledad.

"Queremos ayudarlos, pero tenemos miedo de su fuego y sus alas," dijo Tomás, temblando.

El dragón, sorprendido por la sinceridad del niño, respondió:

"No quiero asustarlos. Solo estoy triste porque todos se alejan."

Los amigos comprendieron que el dragón solo necesitaba compañía. Sofía dijo:

"No te temas, también tenemos días tristes. Aquí estamos con vos, no te dejaremos sólo!"

Eso conmovió al dragón, y decidió acompañarlos por el bosque, prometiendo que no los asustaría.

Así, juntos recorrieron el Bosque Embrujado, llenándolo de risas y alegría. Rocco jugó con la serpiente, mientras Tilo les enseñaba sobre la naturaleza.

Finalmente, cuando se despedían, el dragón agradeció su valentía y amistad.

"Nunca olviden que la verdadera magia está en ayudar a otros y en ser amigos. Siempre que recuerden esto, el bosque brillará para ustedes."

Al regresar a casa, Sofía, Tomás y Rocco sabían que esas vacaciones serían inolvidables. No solo habían explorado un lugar mágico, sino que también habían hecho nuevos amigos y, sobre todo, aprendieron el valor de la amistad y la compasión.

Cada vez que miraban hacia el Bosque Embrujado, recordaban que la verdadera aventura era conectar con los demás y ayudar a quienes más lo necesitaban.

FIN.

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