Vale y la Criatura del Reino
En un hermoso castillo que se alzaba entre verdes praderas y ríos cristalinos, vivía una princesa llamada Vale. Tenía una madre amorosa, un padre valiente, dos hermanos mayores llamados Tomás y Nicolás, y dos hermanas mayores, Clara y Sofía. La reina siempre decía:
"Vale, debes comportarte como tus hermanas. Ellas son tan elegantes y refinadas."
Pero Vale no se sentía como sus hermanas. Ella quería vivir aventuras, explorar bosques desconocidos y descubrir secretos de su reino. Un día, mientras jugaba en el jardín, escuchó a su madre hablar con su padre en voz baja.
"Dicen que en el bosque cercano vive una criatura mala que se lleva a los niños que se aventuran demasiado lejos. No quiero que Vale se exponga a eso."
Con curiosidad y un poco de valentía, Vale decidió que tenía que saber más sobre esa criatura. Así que esa misma tarde, se acercó a sus hermanos.
"¡Tomás, Nicolás! Escuché que hay una criatura mala en el bosque. ¡Debemos investigar!"
Los hermanos miraron a su hermana con una mezcla de sorpresa y emoción.
"¿Estás segura de que quieres ir, Vale?" preguntó Tomás.
"¡Sí! Quiero ser valiente como ustedes. ¡Por favor, llévenme!"
Así que, después de mucho insistir, los tres hermanos se adentraron en el bosque. El sol brillaba a través de las hojas, creando un juego de luces y sombras que los llenaba de asombro. Durante su aventura, encontraron flores extrañas, árboles que hablaban y hasta un arroyo que cantaba.
Pero, de repente, escucharon un rugido aterrador.
"¿Qué fue eso?" preguntó Nicolás con preocupación.
"No lo sé, pero debemos seguir adelante," respondió Vale, temblando de emoción y un poco de miedo. Se acercaron a un claro y allí vieron a una criatura enorme. Tenía escamas verdes y ojos amarillos que brillaban como el oro.
"¡Es la criatura del bosque!" exclamó Clara, apareciendo de repente junto a Sofía. Ambas habían decidido seguir a sus hermanos.
La criatura los miró con curiosidad en vez de enojo.
"¡Que impresionantes! Nunca había visto a humanos aquí. ¿Vienen a buscarme?" preguntó la criatura con una voz profunda pero amable.
"¿Tú eres la que se lleva a los niños?" preguntó Sofía, dudando un poco.
"No, no!" respondió la criatura. "Los niños se llevan porque se pierden en el bosque, pero yo nunca haría daño. Solo quiero compañía. Estoy muy sola. Aquí, nadie quiere jugar conmigo."
Vale, sintiéndose un poco triste por la criatura, decidió actuar.
"¿Y si jugamos contigo?" dijo Vale, sorprendiendo a todos.
"¿De verdad?" preguntó la criatura, iluminándose con una sonrisa.
Así fue como Vale y sus hermanos comenzaron a jugar con la criatura. Jugaron al escondite, corrieron entre los árboles y compartieron historias.
Pero pronto se dio cuenta que, aunque se divertían, el sol comenzaba a ocultarse. Vale entendió que era hora de volver a casa.
"Nos tenemos que ir, pero prométenos que mañana volveremos a jugar contigo," dijo Vale mientras se despedían. La criatura asintió emocionada.
A la mañana siguiente, Vale se armó de valor. Con la ayuda de sus hermanos, se dirigieron al castillo y hablaron con su madre.
"Mamá, la criatura no hace daño, solo quiere amigos. Nos hemos divertido mucho jugando con ella. Podemos enseñarle a ser amable con los demás niños del reino."
La reina, aunque reacia al principio, vio la determinación en los ojos de su hija. Finalmente, asintió y decidió que vale y sus hermanos podrían llevar a la criatura al castillo.
Juntos, formaron un grupo increíble: Vale, sus hermanos y la criatura. En el castillo, empezaron a organizar juegos y actividades para que otros niños del reino también pudieran conocer a la criatura. En poco tiempo, la criatura dejó de ser solo una leyenda y se convirtió en un querido amigo de todos.
Así, Vale no solo tuvo su aventura soñada, sino que también enseñó a su madre que ser diferente no solo es bonito, sino que puede hacer del mundo un lugar mejor. Al final, la reina se sintió orgullosa de tener una hija tan valiente y generosa. Vale descubrió que las verdaderas aventuras no siempre se encuentran en los bosques oscuros, sino también en el corazón de las personas.
FIN.