Valencia y la Fábula del Puelo
En un rincón mágico de Argentina, donde el sol brillaba intensamente y los ríos danzaban alegres, vivía una niña llamada Valencia. Era conocida por todos como "Valencia la soñadora". Su risa iluminaba hasta los días más nublados. Sin embargo, un día todo cambió. Una poderosa DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) llegó con sus vientos furiosos y su lluvia torrencial, arrasando el pueblo.
"¡Mirá cómo llueve!" - dijo su amigo Lucho, asustado.
"No te preocupes, Lucho, esto pasará. ¡Nos quedaremos en casa contando cuentos!" - respondió Valencia, intentando calmarlo.
Pasaron los días, pero la lluvia no cesó. Las calles se inundaron, los árboles cayeron, y la alegría pareciera haberse desvanecido del pueblo.
"Valencia, ¿qué haremos? Ya no podemos salir a jugar, todo está lleno de agua" - lamentó Lucho.
Valencia, al ver la tristeza en los ojos de sus amigos, decidió que no podía dejar que la DANA apagase su espíritu. Recordó entonces una fábula que su abuela le contaba sobre un pequeño, pero valiente, puelo (pájaro) que podía cambiar las cosas con su canto.
"Escuchen, amigos. Hay una leyenda sobre un puelo que puede traer la alegría de vuelta. Si le cantamos, podría ayudarnos a recobrar nuestro pueblo." - dijo Valencia con determinación.
Los niños se miraron entre ellos, unsure si lo que Valencia decía era posible. Pero la esperanza renació en sus corazones.
"Yo estoy adentro" - dijo Lucho, con una sonrisa cautelosa.
"Sí, ¡canta, Valencia!" - gritó Sofía, otra de las amigas.
Así, decidieron organizarse en la plaza inundada, donde solían jugar. Un poco nerviosos, comenzaron a cantar juntos:
"¡Oh puelo, bello puelo, regálanos tu canto!" - resonaban sus voces entre los ecos de la tormenta.
Al principio, el viento soplaba más fuerte, como si quisiera detenerlos. Pero Valencia y sus amigos no se dieron por vencidos. Repetían la canción, cada vez con más fuerza.
"¡Puelo, ven! ¡Regálanos un nuevo amanecer!" - gritaban.
Y en medio de su canto, algo mágico ocurrió. Un rayo de sol atravesó las nubes y un pequeño puelo apareció volando, con su plumaje brillante como el oro.
"¿Quién me llama en medio de este temporal?" - preguntó el puelo, moviendo sus alas.
"¡Nosotros! ¡Necesitamos tu ayuda para que el agua se vaya y la alegría regrese!" - dijo Valencia, con el corazón latiendo fuerte.
El puelo los miró y sonrió.
"¡Si suenan con amor, el mundo puede cambiar!" - respondió. Y así, empezó a cantar una hermosa melodía.
Algo increíble sucedió: cada nota que el puelo emitía hizo que las nubes comenzaran a despejarse. Los niños se unieron a su canto, creando un coro que resonaba en todo el pueblo. La lluvia se empezó a disminuir, y las calles, poco a poco, recuperaban su color.
"¡Miren!" - exclamó Sofía mientras guiñaba el ojo al sol que comenzaba a salir.
"¡El puelo lo logró!" - saltó Lucho de alegría.
Al final, después de un largo canto, la DANA se retiró, dejando a su paso solo un cielo azul y claro. Valencia y sus amigos miraron como los árboles comenzaron a levantarse y el pueblo, aunque un poco mojado, volvía a estar lleno de vida.
"Lo hicimos, Valencia. ¡La fábula del puelo es real!" - dijo Lucho, con una gran sonrisa.
"Sí, y aprendimos que cuando cantamos juntos, incluso las tormentas más fuertes pueden ser enfrentadas" - respondió Valencia feliz.
Y así, Valencia y sus amigos, gracias a la fábula del puelo, aprendieron que la unión, la esperanza y la perseverancia pueden vencer cualquier adversidad. Desde ese día, cada vez que oscurecían las nubes, los niños se reunían en la plaza, recordando que en la fuerza de sus voces también residía el poder de cambiar el mundo.
FIN.