Valentía cristiana
Había una vez en la antigua ciudad de Mérida, una niña llamada Lucía. Era muy valiente y bondadosa, siempre ayudaba a los demás y se preocupaba por el prójimo.
Pero había algo que la hacía diferente a los demás niños: ella era cristiana. Un día, durante la época del Imperio Romano, las autoridades descubrieron que Lucía seguía la fe cristiana en secreto. Al enterarse de esto, ordenaron su detención inmediata y su juicio ante un tribunal romano.
Lucía estaba asustada pero sabía que no podía negar su fe. Los jueces romanos le preguntaron si adoraba a los dioses romanos y ella respondió con valentía:- No, yo adoro al Dios verdadero.
Los jueces quedaron furiosos y decidieron sentenciarla a muerte. La llevaron a una hoguera donde sería quemada viva por creer en Jesús. Lucía cerró sus ojos con fuerza mientras las llamas comenzaban a rodearla.
Pero algo increíble ocurrió: las llamas no podían tocarla, como si hubiera una barrera invisible protegiéndola. Los jueces no podían creer lo que veían sus ojos y ordenaron apagar el fuego. Cuando abrieron la pira encontraron a Lucía ilesa, sin ninguna quemadura.
Desde ese día en adelante, muchas personas empezaron a seguir el ejemplo de Lucía y convertirse al cristianismo gracias al testimonio de su valentía y fe inquebrantable.
La historia de Lucía inspiró muchas generaciones después de ella para ser fuertes en sus creencias y nunca renunciar a sus valores. Y así, la historia de la pequeña Lucía se convirtió en una leyenda que aún hoy sigue inspirando a muchos a ser valientes y luchar por lo que creen.
FIN.