Valentín, el volavtín que soñaba con volar



En un rincón olvidado de la juguetería del pueblo, vivía Valentín, un volavtín que no parecía encajar en ningún lado.

Mientras los demás juguetes eran comprados y llevados a hogares felices, Valentín permanecía en su estante, esperando a que alguien le diera una oportunidad. Sin embargo, a Valentín no le importaba ser un juguete de moda o tener luces brillantes, él solo quería sentir el viento en su rostro y volar por los cielos.

"¿Por qué nadie me quiere llevar a casa?", se preguntaba Valentín con tristeza. Pero a pesar de la situación, Valentín no perdió la esperanza y cada noche miraba por la ventana anhelando el día en que finalmente podría sentir el viento en sus alas.

Un día, un grupo de niños curiosos entraron en la juguetería. Mientras recorrían los estantes, uno de los niños notó a Valentín y exclamó: "¡Miren este volavtín! Nunca había visto algo así".

Intrigados, los niños se acercaron a Valentín y descubrieron su deseo de volar. Con ojos brillantes, el líder del grupo, Martín, tomó a Valentín y anunció: "Nosotros lo llevaremos a casa. Seguro que encontraremos la manera de hacer que vuele".

Valentín no podía creerlo ¡Finalmente tendría la oportunidad de cumplir su sueño! En su nuevo hogar, los niños se pusieron manos a la obra. Con ingenio y creatividad, construyeron un lanzador casero y llevaron a Valentín a un campo abierto.

Al soltarlo, Valentín empezó a elevarse lentamente, su corazón se llenó de alegría al sentir el viento en su rostro. Los niños lo miraban sorprendidos y emocionados.

Desde ese día, Valentín se convirtió en el juguete favorito de los niños, quien les recordaba que siempre hay alguien que apreciará nuestras cualidades únicas. Y así, Valentín voló más alto de lo que alguna vez había imaginado, llevándose consigo la lección de que no importa cuán diferente seas, siempre hay alguien que te valorará por lo que eres.

FIN.

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