Valentina la Niña Presumida
En la Escuela Primaria Arcoíris, había una niña llamada Valentina, conocida por todos como Valen. Valen tenía una gran cantidad de vestidos elegantes y zapatos brillantes, y siempre se aseguraba de que todos lo supieran. Era la niña más llamativa de la clase, siempre con su peinado perfecto y una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación.
Un día, mientras Valen mostraba su nuevo vestido que había comprado en la tienda, sus amigas, Ana y Sofía, la miraban desde un rincón del patio.
"¿No te parece un poco demasiado, Valen?" - le dijo Ana, sonriendo un poco.
"¿Demasiado? ¡Este es el vestido más lindo de todo el colegio!" - respondió Valen, girando sobre sí misma para que todas pudieran admirarlo.
Sofía, que había estado callada, finalmente habló. "A veces parece que te importa más lo que llevas puesto que lo que piensan los demás de ti."
Valen, un poco confundida, se encogió de hombros. "Lo que importa es que todos me vean y digan que soy la mejor vestida. Eso me hace especial."
Pasaron los días y las semanas, y Valen siguió presumiendo de sus cosas. Pero un día, la maestra, la señorita Lila, decidió organizar un concurso de talentos en la escuela. Todos los alumnos debían presentar algo que consideraran especial.
Valen, emocionada, pensó en lo que podía hacer. "Voy a hacer un desfile de modas para mostrar mis trajes nuevos. ¡Todos quedarán impresionados!" - exclamó en clase.
La señorita Lila sonrió. "Eso suena divertido, Valen. Pero recuerda que el concurso es una oportunidad para que todos brillen en lo que les gusta. No solo en lo que llevas puesto."
Valen asintió, pero en su mente solo pensaba en su desfile. En los días siguientes, se dedicó a practicarlo, sin prestarle atención a las otras presentaciones.
Todo el mundo estaba ansioso por ver el desfile de Valen, pero llegó el día del concurso y, para su sorpresa, había decidido que todos los alumnos también podían participar en la pasarela, mostrando sus talentos. Ana llevó su guitarra y, mientras tocaba, Sofía, que siempre había sido buena con el origami, presentó hermosas figuras de papel. Valen lloraba por dentro al ver que no era la única estrella. Prima a todas, sólo lucía feliz.
Cuando llegó su turno, puso su mejor vestido, pero en lugar de hacer el desfile, sintió que debía hacer algo diferente. Mirando a sus amigas, escuchó con atención a los que se presentaban mejor. Al final de la presentación, en vez de hacer un desfile, decidió hacer un desfile colectivo: "¡Vengan, chicas! ¡Hagamos el desfile juntas, cada una con sus talentos!" - propuso Valen.
La señorita Lila sonrió y aplaudió. "¡Qué bonito gesto, Valen! Unirse y celebrar las habilidades de todos es más especial que un simple desfile."
Las niñas, felices, se unieron y, tomando sus manos, caminaron juntas por el escenario. Cada una mostró lo mejor de sí: Ana con su guitarra, Sofía con sus figuras de origami, y Valen, deslumbrando con su vestido pero además apoyando a sus amigas. Todos aplaudieron a lo grande.
Al final de la jornada, Valen aprendió que la verdadera belleza no provenía de sus vestidos o zapatos, sino de la amistad y el poder de compartir momentos significativos con otros.
"Hoy fue increíble, chicas!" - exclamó Valen, abrazando a Ana y Sofía.
"Definitivamente debiéramos hacerlo más seguido", agregó Sofía sonriendo.
Desde ese día, Valen dejó de ser solo la niña presumida y empezó a ser la niña generosa, que valoraba a sus amigos por su esencia y talento.
Así, Valentina y sus amigas continuaron creando recuerdos juntos, recordando siempre que compartir y apoyar a los demás es lo que realmente brilla en un corazón.
FIN.