Valentina y Alejandra en la Tierra de los Osos Polares
En un pequeño pueblo de Alemania, Valentina y su hermana mayor Alejandra esperaban con ansias la llegada del invierno.
Ellas vivían en una acogedora casa a las afueras del pueblo, donde el paisaje se volvía mágico cuando la nieve cubría todo a su alrededor. Había un parque cercano y un hotel que destacaba por tener un maravilloso museo de animales. Una mañana, al asomarse por la ventana, Valentina vio que la nieve había caído durante la noche.
¡Estaba emocionada! Rápidamente se vistió abrigada y despertó a Alejandra para salir a jugar. Juntas se apresuraron a salir de casa hacia el parque, donde tenían planeado hacer un muñeco de nieve.
Al llegar al parque, se encontraron con otros niños que también disfrutaban del invierno. Todos reían y jugaban en la nieve. Valentina y Alejandra empezaron a formar una gran bola de nieve para hacer la base del muñeco.
Mientras tanto, escucharon risas provenientes del hotel cercano. Intrigadas, decidieron ir a investigar qué ocurría allí. Al entrar al museo de animales, descubrieron que estaban realizando una exposición especial sobre osos polares. Había fotografías impresionantes y mucha información interesante sobre estos majestuosos animales.
Valentina estaba maravillada con lo que veía y escuchaba. Se acercó a uno de los guías del museo y le preguntó emocionada: "-¿Puedo saber más sobre los osos polares? Son tan grandes y blancos como la nieve.
" El guía sonrió ante tanta curiosidad y comenzó a contarles historias sobre cómo viven los osos polares en el Ártico. Las niñas quedaron fascinadas con todo lo que aprendieron ese día.
Al salir del museo, decidieron regresar al parque para terminar su muñeco de nieve mientras compartían las nuevas experiencias adquiridas. Mientras moldeaban el muñeco, Valentina dijo emocionada: "-¡Qué lindo es aprender cosas nuevas! Los osos polares son increíbles.
" Alejandra asintió y agregó: "-Sí, tenemos tantas cosas por descubrir en este mundo. "Con sus corazones llenos de alegría y conocimiento, las hermanas terminaron su muñeco de nieve bajo el cálido sol del atardecer.
Se despidieron del parque sabiendo que cada día era una oportunidad para aprender algo nuevo y seguir explorando juntas. Y así, Valentina y Alejandra comprendieron que la curiosidad es como un tesoro escondido; siempre hay algo maravilloso por descubrir si mantienen sus mentes abiertas y sus corazones dispuestos a aprender.
FIN.