Valentina y el Baile Bajo la Luna



Era una noche mágica en el pequeño pueblo de Luminoso, donde las estrellas brillaban con fuerza y la luna llenaba el cielo con su luz plateada. Valentina, una niña de siete años, miraba por la ventana de su casa. Sus amigos la habían invitado a una fiesta en el parque, donde todos bailarían bajo la luna. Pero a Valentina le asustaba la idea de bailar. "¿Y si hago el ridículo?", pensaba mientras movía su cabello largo y castaño.

Cuando sus amigos tocaron la puerta, ella sintió un nudo en el estómago. "¡Valentina! ¡No te olvides de la fiesta!", gritó Lucas, su mejor amigo. "¿Vas a venir? ¡Va a estar buenísimo!".

Valentina dudó. "No sé...".

"¡Vamos!", insistió Sofía. "No hay nada de qué temer, todos estamos ansiosos por ver tu baile."

Finalmente, Valentina decidió unirse a sus amigos, aunque el miedo seguía latiendo en su pecho. Caminando hacia el parque, vio que todo el mundo ya estaba allí. Las risas y la música llenaban el aire, pero ella se sintió pequeña entre tantos niños bailarines.

"¿Y si me caigo?", murmulló Valentina.

"Nadie se va a fijar en eso. Además, si te caes, te levantas y sigues bailando", le respondió Lucas con una sonrisa.

Valentina se acercó lentamente a la pista de baile. "Mirá, nadie está prestando atención", dijo Sofía, señalando a un grupo de niños que reían y giraban felices.

Justo cuando estaba a punto de unirse a ellos, un ruido fuerte la hizo saltar. Un gato negro, muy curioso, había saltado sobre las luces de la decoración. Todos comenzaron a reírse.

"¡Mirá a ese gato!", dijo Lucas, acercándose al minino.

"Él también está disfrutando de la fiesta", agregó Sofía.

Valentina sintió que un poco de esa alegría se esparcía por su interior. "Tal vez no sea tan malo bailar", pensó. Así que dio un paso hacia la pista de baile, pero cuando intentó moverse, se sintió paralizada.

"¿Te acordás del baile que hicimos en la clase de danza?", preguntó Sofía.

"Sí, fue muy divertido", respondió Valentina, recordando cómo habían aprendido unos pasos simples.

"Vamos, hagámoslo juntas, de a un pasito a la vez", sugirió Sofía mientras la tomaba de la mano.

Valentina dio un paso. "Uno… dos… tres… ¡ahí va!". Y comenzó a moverse, primero tímidamente, pero luego, al ver a sus amigos también bailando, se sintió más segura.

"¡Eso es!", gritó Lucas mientras daba vueltas con un amigo. Valentina empezó a sonreír mientras giraba con Sofía.

De repente, la música cambió a una melodía suave y relajante.

"¡Es nuestra oportunidad!", dijo Sofía, invitando a Valentina a hacer una vuelta especial. Siguieron el ritmo, moviéndose como si fueran hojas llevadas por el viento. Cuando la luna les sonrió desde arriba, Valentina sintió que su miedo se desvanecía. "¡Esto es genial!", exclamó.

La fiesta continuó, y Valentina, con cada paso y giro, se sintió más libre que nunca. Pidió a sus amigos que se unieran a una danza en círculo, y pronto, todo el grupo estaba celebrando juntos, saltando y riendo a la luz de la luna.

Cuando la fiesta se acercó a su fin, Valentina ya no era la niña que tenía miedo de bailar. "Gracias a todos por ayudarme a sentirme mejor", les dijo a sus amigos. "Nunca pensé que sería tan divertido".

"Siempre podrás volver a bailar con nosotros, Valentina", prometió Lucas.

"Y no tienes que temer nunca más. ¡Siempre lo haremos juntos!", añadió Sofía.

Y así, a la luz de la luna, aprendió que enfrentar sus miedos podría llevarla a momentos maravillosos y divertidos. Valentina prometió que nunca dejaría que el miedo la detuviera de disfrutar con sus amigos, y desde ese día, el baile bajo la luna se convirtió en su actividad favorita.

FIN.

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