Valentina y el bosque de la amistad
Había una vez en la comunidad indígena originaria de los llanos de Bolivia, un grupo de niños que siempre jugaban cerca del bosque. Un día soleado, mientras reían y corrían entre los árboles, uno de ellos desapareció misteriosamente.
Los padres del niño se llenaron de angustia al darse cuenta de su ausencia. Rápidamente, pidieron ayuda a los vecinos para buscarlo por todas partes.
Buscaron entre las hojas secas, debajo de las piedras y hasta en el río cercano, pero no encontraron ninguna pista sobre su paradero. El rumor comenzó a correr entre la comunidad: "El duende se lo llevó", decían algunos con temor. Los niños estaban asustados y no querían jugar cerca del bosque nunca más.
Sin embargo, había una niña llamada Valentina que no creía en esas historias. Ella sabía que el duende era solo un personaje ficticio creado por la imaginación popular para explicar cosas desconocidas.
Valentina recordaba cómo su abuelo le contaba cuentos maravillosos sobre el bosque y sus habitantes. Decidida a encontrar a su amigo desaparecido, Valentina se adentró valientemente en el bosque prohibido.
A medida que avanzaba entre los árboles frondosos y escuchaba los sonidos misteriosos del lugar, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. De repente, vio algo brillante en medio de unos arbustos: ¡era una pequeña huella! Siguiendo ese rastro con cuidado, llegó hasta un claro donde encontró al niño perdido sentado junto a un tronco.
"¡Amigo! ¡Te encontré!", exclamó Valentina emocionada mientras abrazaba al niño. Él le contó que se había alejado demasiado del grupo y se había perdido, pero que estaba bien.
Mientras caminaban de regreso a la comunidad, el niño le preguntó a Valentina cómo pudo encontrarlo en ese lugar tan oscuro y misterioso. Valentina sonrió y le explicó que no fue el duende quien lo llevó, sino su propia valentía y determinación para buscarlo.
A partir de ese día, los niños de la comunidad aprendieron una valiosa lección: no dejarse llevar por los miedos infundados. Descubrieron que el bosque no era un lugar peligroso, sino un espacio lleno de vida y aventuras.
Valentina se convirtió en la heroína de la comunidad, inspirando a todos los niños a enfrentar sus temores con coraje. Juntos, volvieron a jugar cerca del bosque sin ningún temor, explorando cada rincón con entusiasmo y respeto hacia la naturaleza.
Y así fue como una historia de desaparición se transformó en una historia de valentía y amistad. Los niños aprendieron que solo cuando nos atrevemos a enfrentar nuestros miedos podemos descubrir cosas maravillosas más allá de lo conocido.
FIN.