Valentina y el Día Sin Agua



Valentina era una niña llena de energía y alegría, pero había un pequeño problema: ¡no le gustaba bañarse! Siempre que su mamá la llamaba para ir al baño, ella se escapaba corriendo.

"¡Valentina, es hora del baño!" - decían sus papás, pero ella se escondía detrás del sofá, cubriendo su risa con las manos.

"No quiero, no quiero, no quiero!" - gritaba mientras se escapaba hacia su habitación.

Un día, mientras Valentina jugaba con sus muñecas, escuchó un extraño ruido en el patio. Era un pequeño grupo de aves que parecían cantar y bailar de una manera muy divertida.

"¡Mirá, mami, los pajaritos!" - exclamó Valentina.

"Son hermosos, ¿verdad?" - respondió su mamá, sonriendo.

"¡Sí! Quiero ver más de ellos!" - dijo Valentina, olvidándose del baño por un momento. Sin embargo, al mirar bien, se dio cuenta de que los pajaritos estaban volando en un círculo extraño, como si estuvieran perdiendo algo.

"¿Qué les pasa a los pajaritos?" - preguntó Valentina, intrigada.

"Parece que están buscando agua, cariño. Con este calor, es importante que los animales también tengan agua para beber y bañarse" - le explicó su mamá.

Valentina se puso a pensar y recordaba que a ella tampoco le gustaba sentir el agua sobre su piel. Sin embargo, cuando vio a las aves intentar refrescarse en unas charlitas, se dio cuenta de que todas ellas se veían felices. Una idea brillante iluminó su mente.

"Mamá, ¿y si hacemos un día de diversión en el agua con los pajaritos?" - dijo emocionada.

"Eso suena genial, pero primero debes darte un baño. Así podrás jugar con ellos más tarde cómodamente" - dijo su mamá con amor.

Valentina dudó, pero decidió que, si todo era por los pajaritos, podría intentar. Subió las escaleras lentamente, imaginándose un mundo de burbujas y risas.

Cuando llegó al baño, encendió la pequeña ducha y dejó caer algunas burbujas de jabón en el agua. Al principio, el sonido del agua le dio un poco de miedo, pero se acordó de los pajaritos.

"¡Voy a convertirme en una pajarita y a chapotear!" - dijo Valentina, metiéndose en la bañera.

Las burbujas estallaban y el agua se volvió su aliada. Empezó a chapotear y a girar, tan feliz que hasta comenzó a cantar junto con los pajaritos:

"¡Soy Valentina, la pajarita, chapoteando y cantando por la vida!" -.

Luego de su divertida experiencia en el baño, Valentina se vistió velozmente y corrió al patio.

"¡Pajaritos, ya estoy lista!" - gritó con entusiasmo. Los pajaritos, al escuchar su alegría, se acercaron volando.

"Vamos a jugar, vamos a divertirnos!" - animó Valentina mientras llenaba un platito con agua para los pequeños. Ellos picoteaban el agua, y a Valentina le encantaba ver cómo se refrescaban.

Ella saltaba y reía, chapoteando agua en el aire, segura de que una vez más, el agua era su aliada. Desde ese día, cada vez que su mamá le decía que era hora de bañarse, Valentina no solo lo aceptaba, sino que incluso lo esperaba con el mismo entusiasmo que sentía cuando jugaba con sus pajaritos.

Así, Valentina aprendió que el agua no era algo de lo que temer, sino una amiga que podía transformar hasta el día más caluroso en una aventura llena de diversión y risas. Y desde entonces, cada baño era una nueva oportunidad para convertirse en una pajarita aventurera, lista para realizar mágicas travesuras bajo el agua.

FIN.

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