Valentina y el Gran Apagón



Había una vez en un pequeño pueblo de Venezuela, una adolescente llamada Valentina. Valentina era una chica que adoraba jugar con sus amigos en el parque, donde su risa resonaba como una melodía en el aire. Tenía una gran imaginación y siempre encontraba maneras creativas de divertirse, desde buscar tesoros escondidos hasta inventar historias fantásticas.

Un día brillante y soleado, Valentina y su grupo de amigos, conformado por Lucas, Sofía y Mateo, decidieron jugar al misterio en el parque.

"Hoy vamos a ser detectives", dijo Valentina sonriendo.

"¡Sí!", exclamó Lucas.

"¿Y quién va a ser el sospechoso?", preguntó Sofía curiosa.

"Yo tengo una gran idea", dijo Mateo, con una sonrisa traviesa.

El grupo se organizó y empezó a buscar pistas por todo el parque. Risas y comentarios llenaban el aire mientras buscaban entre los árboles y debajo de los bancos. Todo iba muy bien hasta que, de repente, el cielo se oscureció y se escuchó un fuerte estruendo.

"¿Qué fue eso?", preguntó Valentina, mirando hacia arriba.

"No sé, pero me asustó", dijo Sofía, aferrándose al brazo de Lucas.

De un momento a otro, el parque se quedó en silencio. ¡Se había ido la luz!"Tranquilos, chicos. No hay que asustarse", dijo Valentina, intentando mantener la calma.

"¿Y ahora qué hacemos?", preguntó Mateo, un poco nervioso.

"Podemos jugar a crear una historia de miedo aquí mismo, bajo la sombra de los árboles", sugirió Valentina.

A todos les pareció una gran idea. Se sentaron en círculo en el suelo, rodeados de la oscuridad que empezaba a invadir el parque. Con cada susurro y cada risa, la historia se volvía más emocionante.

Valentina, como líder del juego, comenzó a contar la historia de un dragón que vivía en una montaña cercana. El dragón, según la leyenda, solo aparecía durante los apagones.

"Y un día, cuando el cielo se oscureció, todos los niños del pueblo escucharon sus aullidos", dijo Valentina con emoción.

"¡Y tuvieron que enfrentarse a él!", añadió Lucas, imitando el sonido del dragón.

"Pero el dragón no quería asustarlos, solo quería jugar", comentó Sofía, sonriendo.

"¡Sí! Entonces, los niños y el dragón se hicieron amigos", dijo Mateo, mientras se reía.

Poco a poco, el miedo que había traído el apagón se convirtió en risa y diversión. La historia que creaban juntos les hacía olvidarse de la oscuridad y del silencio. Valentina se sintió feliz de ver a sus amigos disfrutar.

Finalmente, cuando la luz volvió, el parque resplandecía nuevamente, pero ellos habían creado un momento inolvidable.

"Gracias, Valentina, por hacer de este apagón algo divertido", dijo Lucas.

"¡Sí! Eres una gran narradora", añadió Sofía.

"Me encantó jugar con ustedes", sonrió Valentina, sintiéndose especial en ese momento.

Valentina se dio cuenta de que, aunque la luz a veces podía irse, la amistad y la creatividad podían iluminar cualquier oscuridad. Desde aquel día, cada vez que sucedía un apagón en el pueblo, ya no era motivo de tristeza, sino una oportunidad para contar historias y crear recuerdos junto a sus amigos.

FIN.

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