Valentina y el libro encantado
En el país de las maravillas, donde todo era posible, vivía una princesa llamada Valentina. Era una niña muy curiosa y soñadora, siempre buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras paseaba por los jardines del castillo, encontró un libro mágico escondido entre las flores. Al abrirlo, se dio cuenta de que aquel libro la llevaría a lugares increíbles. Sin pensarlo dos veces, decidió embarcarse en esta nueva aventura.
Al pasar la primera página del libro, Valentina fue transportada a un bosque encantado lleno de árboles parlantes y animales amigables. - ¡Wow! Esto es asombroso -exclamó Valentina emocionada-.
¡Voy a descubrir todos los secretos de este lugar! Valentina caminó por el bosque hasta llegar a un claro donde había una mesa con tazas de té flotantes y sillas danzantes. Allí se encontraba el sombrerero loco y el conejo blanco. - ¡Bienvenida al país de las maravillas! -dijo el sombrerero loco con su característica sonrisa-.
¿Quieres tomar una taza de té? Valentina aceptó encantada y comenzaron a conversar sobre los sueños y la importancia de nunca dejar de creer en uno mismo.
- A veces, princesa Valentina, las cosas pueden parecer imposibles o difíciles -dijo el conejo blanco-, pero si confías en ti misma y sigues adelante sin rendirte, podrás lograr cualquier cosa que te propongas. Valentina escuchó atentamente sus palabras e interiorizó aquella valiosa lección.
Siguió su camino por el país de las maravillas y se encontró con la Oruga Azul, quien le enseñó sobre la importancia de aceptarse a uno mismo tal como es. - Princesa Valentina, cada uno tiene algo especial que lo hace único -dijo la Oruga Azul-.
No importa si eres alta o baja, rubia o morena, lo importante es amarte a ti misma y valorar tus cualidades. Valentina sonrió y siguió explorando el país de las maravillas.
Llegó al jardín de las rosas, donde conoció a una reina muy exigente y perfeccionista. - ¡Todas las rosas deben ser rojas perfectas! -gritaba la reina mientras revisaba los pétalos con una lupa.
Valentina se acercó con valentía y le dijo:- Pero majestad, ¿no cree que todas las flores son hermosas a su manera? Cada color tiene su encanto único. La reina reflexionó sobre las palabras de Valentina y decidió darle una oportunidad a otras flores en su jardín.
Pronto descubrió que había belleza en todos los colores y formas. Al finalizar su recorrido por el país de las maravillas, Valentina regresó al castillo con un nuevo conocimiento en su corazón.
Sabía que ella podía hacer realidad cualquier sueño si confiaba en sí misma, se aceptaba tal como era y valoraba la diversidad del mundo que la rodeaba. Desde aquel día, Valentina inspiraría a otros niños y niñas del reino para que persiguieran sus sueños sin importar los obstáculos que pudieran encontrar en el camino.
Y así, el país de las maravillas se llenó de valientes y soñadores dispuestos a cambiar el mundo. Y colorín colorado, esta historia llena de enseñanzas ha terminado.
FIN.