Valentina y el Misterio del Techo



Era una soleada mañana de sábado cuando Valentina, una niña curiosa y aventurera de diez años, decidió que era el momento perfecto para explorar su barrio. Con su celular en mano, salió de su casa y comenzó a pasear por las calles, tomando fotos de flores, animales y de todo lo que llamaba su atención. Mientras caminaba, notó que varios niños estaban jugando en el parque, riendo y disfrutando del día. Sin embargo, a Valentina, le gustaba aventurarse un poco más lejos.

Al llegar a una casa vieja y misteriosa, se paró frente a la puerta. Era una casa que había dejado de ser habitada desde hacía muchos años. Atraída por su encanto, decidió investigar un poco más. Con su celular en mano, se trepó a un pequeño muro que rodeaba el jardín y, con gran esfuerzo, logró subirse al techo. Desde allí, se podía ver todo el barrio, y Valentina sonrió emocionada de estar en un lugar tan alto.

—¡Mirá, celular! ¡Este es el mejor lugar para tomar fotos! —exclamó emocionada.

Mientras enfocaba su cámara hacia el horizonte, algo brillante llamó su atención. Era un objeto que destellaba entre las ramas de un viejo árbol que crecía en el jardín de la casa.

—¿Qué será eso? —preguntó Valentina en voz alta, como si el celular pudiera responderle.

Decidida a averiguarlo, bajó del techo. En el momento que iba a acercarse al árbol, escuchó una voz detrás de ella.

—¡Eh! ¿Qué estás haciendo en mi casa? —gritó un niño con una gorra roja que apareció de repente.

—¡Lo siento! No sabía que había alguien aquí. Me llamo Valentina. Estaba explorando —respondió mientras se presentaba.

—Yo soy Tomás —contestó el niño—. Esta es la casa de mi abuelo. Me gusta venir a jugar por acá. ¿Por qué no me ayudás a ver qué es lo que brilla?

Valentina sintió que había hecho un nuevo amigo y juntos se acercaron al árbol. Al llegar, se dieron cuenta de que el objeto brillante era un viejo medallón.

—¡Wow! —exclamó Tomás—. ¡Esto es increíble! Debe ser muy valioso. ¡Debe de haber pertenecido a alguien importante!

Valentina, a pesar de su emoción, recordaba las historias que su mamá solía contarle sobre la importancia de devolver las cosas que no les pertenecen a su dueño. No sabía si el medallón pertenecía a alguien, pero no quería quedarse con algo que no era de ella.

—Creo que tenemos que averiguar a quién pertenece —dijo Valentina con determinación.

Los dos niños se pusieron a investigar. Buscaron en internet con el celular de Valentina, preguntaron a los vecinos y hasta consultaron en la biblioteca del barrio. Con cada pista que encontraban, se sentían más emocionados. Después de varias horas, se dieron cuenta de que el medallón pertenecía a la abuela de Tomás, que había vivido en esa casa hace muchos años.

—¡Vamos rápido! —dijo Tomás—. Tengo que devolvérselo.

Corrieron juntos hacia la casa de la abuela. Cuando llegaron, la abuela estaba en el jardín cuidando sus plantas. Al verlos llegar, les sonrió.

—Hola, chicos, ¿qué hacen por aquí? —preguntó la abuela.

Tomás se acercó con el medallón en la mano.

—¡Abuela! Encontramos esto en tu jardín. ¿Es tuyo?

La abuela se puso muy contenta al ver el medallón y explicó que se lo había regalado su mamá cuando era pequeña.

—Gracias, chicos. Este medallón tiene mucho valor para mí. —La abuela lo acarició con cariño. —Y me alegra ver que ustedes se ayudaron entre sí para devolverlo.

Valentina sonrió, sintiéndose orgullosa de haber tomado la decisión correcta. Tomás la miró admirado.

—¡Valentina, sos increíble! Gracias por ayudarme a resolver el misterio.

—Y vos también, Tomás. ¡Fue divertido trabajar juntos! —respondió Valentina.

Desde ese día, Valentina y Tomás se hicieron grandes amigos. Aprendieron que cada pequeño gesto cuenta y que la curiosidad y la bondad pueden llevar a grandes aventuras. Con cada nueva exploración que hacían, no solo capturaban momentos con su celular, sino que también creaban recuerdos invaluables en el corazón.

Ese día Valentina no solo encontró un brillo en el techo de una casa, sino también una amistad solidificada por la confianza, el trabajo en equipo y la importancia de devolver lo que no nos pertenece.

FIN.

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