Valentina y el Monstruo Amistoso
Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, donde todos sus habitantes vivían felices y en armonía. Sin embargo, un día apareció un monstruo muy grande y aterrador en las afueras del pueblo.
Era de color negro con manchas rojas, tenía cuernos de colores brillantes, garras largas y ojos verdes que brillaban en la oscuridad. Los habitantes de Villa Alegre estaban asustados por la presencia del monstruo y no sabían qué hacer.
Temían que el monstruo les hiciera daño o destruyera su hermoso pueblo. Pero entre ellos había una niña llamada Valentina, valiente y curiosa, que decidió enfrentarse al monstruo para descubrir si realmente era tan malvado como parecía.
Un día soleado, Valentina se acercó al monstruo con cautela. El monstruo levantó su enorme cabeza y miró a la niña con sus ojos verdes brillantes. Valentina sintió miedo pero recordó lo importante que es no juzgar a alguien por su apariencia.
- ¡Hola! -dijo Valentina temblorosa-. ¿Eres tan malvado como todos dicen? El monstruo soltó un gruñido profundo pero luego respondió amablemente:- No soy malvado, solo tengo una apariencia espantosa que asusta a los demás.
Pero en realidad soy muy solitario y triste. Valentina se sorprendió por la respuesta del monstruo y decidió investigar más sobre él antes de tomar cualquier decisión precipitada. - ¿Por qué estás tan triste? -preguntó Valentina con curiosidad.
El monstruo suspiró y comenzó a contar su historia. Resulta que el monstruo había sido rechazado por todos los demás debido a su apariencia espantosa. Nadie se había tomado el tiempo de conocerlo realmente y siempre lo habían juzgado por su aspecto.
Valentina sintió mucha empatía por el monstruo y decidió ayudarlo en lugar de temerle. Comenzaron a pasar tiempo juntos, jugando y compartiendo historias.
Poco a poco, los demás habitantes del pueblo empezaron a darse cuenta de que el monstruo no era tan malvado como parecía. Un día, cuando Valentina estaba jugando con el monstruo cerca del lago, un grupo de niños del pueblo se acercó para ver qué estaba pasando.
Al principio estaban asustados, pero al ver que Valentina estaba feliz y segura junto al monstruo, comenzaron a dejar atrás sus miedos también. Los niños descubrieron que el monstruo tenía un corazón amable y generoso.
Aprendieron que no debían juzgar a las personas solo por su apariencia externa, sino tomar el tiempo para conocerlas realmente. A medida que pasaba el tiempo, la noticia sobre la amistad entre Valentina y el monstruo se extendió por todo Villa Alegre.
Las personas dejaron de temer al monstruo e incluso le ofrecieron ayuda para encontrar un nuevo hogar donde pudiera vivir en paz. Finalmente, gracias al coraje y la compasión de Valentina, el pueblo aprendió una valiosa lección sobre la importancia de no juzgar a los demás por su apariencia exterior.
Y así fue como todos vivieron felices y en armonía, recordando siempre que la verdadera belleza se encuentra en el interior de cada persona.
FIN.