Valentina y el regalo del corazón peruano
Había una vez una niña llamada Valentina, a quien le encantaba viajar y descubrir nuevas culturas. Un día, su abuelita le regaló un pasaje de avión para visitar Perú, un país lleno de historia y tradiciones fascinantes.
Valentina estaba muy emocionada por este viaje tan especial y no podía esperar para subirse al avión.
Cuando finalmente llegó el día, se despidió de sus padres con un beso y un abrazo, prometiéndoles que les traería muchos recuerdos de su aventura. Al subir al avión, Valentina se sentó junto a la ventanilla y observó maravillada cómo el avión despegaba rumbo a Perú.
Durante el vuelo, una azafata amable le ofreció un libro sobre la historia y la cultura peruana, lo cual emocionó aún más a Valentina. Al llegar a Lima, la capital de Perú, Valentina fue recibida por su tía Rosa, quien sería su guía durante toda la estadía en el país.
Juntas recorrieron las calles llenas de colorido, probaron deliciosos platos típicos como ceviche y lomo saltado, y visitaron antiguas ruinas incas como Machu Picchu. Un día, mientras paseaban por un mercado artesanal en Cusco, Valentina encontró un collar con un diseño inca muy hermoso.
Quiso comprarlo pero se dio cuenta de que le faltaba dinero en su bolsillo. Triste por no poder llevarse ese recuerdo especial del viaje, decidió regresar al hotel con su tía.
- ¡Tía Rosa! No pude comprar el collar que tanto me gustaba. Estoy muy triste -dijo Valentina con los ojos llenos de lágrimas. - Tranquila Valentina, todo tiene solución. Vamos a buscar al dueño del puesto donde viste el collar -respondió Tía Rosa con una sonrisa.
Juntas regresaron al mercado y encontraron al vendedor del collar. Tía Rosa comenzó a hablar con él en español mientras Valentina observaba expectante.
Después de unos minutos de conversación animada, el vendedor asintió con una sonrisa y extendió el collar hacia Valentina como regalo. - ¡Gracias tía! ¡Gracias señor! Este es el mejor regalo que he recibido en mi vida -exclamó Valentina emocionada mientras abrazaba a su tía y al generoso vendedor.
Esa noche, antes de dormir en su habitación del hotel en Cusco, Valentina miraba extasiada el colgante inca que ahora adornaba su cuello.
Se sintió feliz y agradecida por todas las experiencias vividas en Perú: la comida deliciosa, los paisajes impresionantes y sobre todo la generosidad de las personas que había conocido en ese maravilloso país.
A partir de ese momento supo que siempre llevaría consigo un pedacito de Perú en su corazón y recordaría cada instante vivido durante ese increíble viaje que cambió su vida para siempre.
FIN.