Valentina y el sueño espacial
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Estelar, una niña llamada Valentina que desde muy pequeña soñaba con ser astronauta.
Todos los días miraba al cielo estrellado y se imaginaba viajando por el espacio, explorando planetas lejanos y conociendo seres de otros mundos. Valentina era muy curiosa y siempre estaba leyendo libros sobre el universo, construyendo cohetes de cartón y dibujando constelaciones en su habitación.
Su abuelo, Don Ernesto, quien había sido piloto en su juventud, la animaba a perseguir sus sueños y le contaba historias sobre la Luna y las estrellas. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, Valentina vio un cartel que anunciaba un concurso de ciencias en la escuela.
El primer premio era una visita al Centro Espacial Argentino donde conocerían a astronautas reales. Sin dudarlo un segundo, Valentina decidió participar. El concurso consistía en presentar un proyecto científico y explicarlo frente a un jurado.
Valentina trabajó duro durante semanas en su proyecto: un modelo a escala del sistema solar que podía girar y emitir sonidos de cada planeta. Estaba tan concentrada en su trabajo que apenas notó cuando llegó el día del concurso.
-¡Buena suerte, mi niña! Estamos orgullosos de ti -dijo Don Ernesto mientras le daba un abrazo antes de entrar al salón. Valentina respiró hondo y comenzó su presentación.
Habló sobre los planetas, las estrellas y los asteroides con tanta pasión que todos en la sala quedaron impresionados. Cuando terminó, el jurado se reunió por unos minutos para deliberar y finalmente anunciaron al ganador: ¡Valentina! La emoción invadió a Valentina al enterarse de que había ganado el primer premio.
La directora de la escuela le entregó un trofeo brillante y le dijo que tendría la oportunidad de visitar el Centro Espacial Argentino junto con sus compañeros. El día de la visita finalmente llegó y Valentina estaba más emocionada que nunca.
Recorrieron las instalaciones, vieron cohetes reales y hasta pudieron simular despegues espaciales en una cabina especial. Pero lo mejor estaba por venir: conocer a una astronauta argentina llamada Lucía Gutiérrez.
Lucía les habló sobre su experiencia en el espacio, cómo se sentía flotar sin gravedad y cómo era ver la Tierra desde afuera. Valentina estaba fascinada escuchándola hablar e hizo tantas preguntas que Lucía quedó impresionada por su curiosidad.
Al finalizar la visita, Lucía se acercó a Valentina y le dijo:-¡Nunca pierdas esa chispa curiosa que tienes! Con esfuerzo y dedicación, podrás lograr todo lo que te propongas. Desde ese día, Valentina supo que quería ser astronauta más que nunca.
Siguió estudiando ciencias, matemáticas e inglés para estar preparada para futuras oportunidades. Y aunque sabía que el camino no sería fácil, tenía claro que nada podría detenerla en su camino hacia las estrellas.
Y así fue como la niña soñadora de Villa Estelar se convirtió en una valiente astronauta dispuesta a conquistar nuevos horizontes en nombre de la exploración espacial.
FIN.